5 de agosto de 2008

Estampas Wacken 2008

Os presento una selección de las fotillos que hice en el Wacken 2008, que hacen especial énfasis al ambiente que había en el pueblo, las condiciones de la zona de acampada, anécdotas en los conciertos y los frikis que pululaban por allí. Son sencillas y lamento no haber sido valiente para fotografiar la inmensa cantidad de frikis que se cruzaron en mi camino, o no poder hacer fotos en condiciones de los conciertos. Pero otros ya lo hacen suficientemente bien en mi lugar.

Antes de nada, un homenaje a las responsables de que ciertas partes del pueblo olieran a boñiga a un kilómetro de distancia.


Todo el pueblo de Wacken está contagiado por el espíritu del festival y se ven calaveras de vaca y banderas por todas partes.

Es encantador ver un adorable pueblecito invadido de metaleros con pintas.

La famosa torre de Wacken: punto de referencia de toda la
metalidad internacional.

No hace falta andar mucho para encontrar una delegación patria.


Wacken tiene su propia iglesia; por supuesto, ni la milésima parte de visitada que el Templo del Metal.
Las colas del supermercado del Metal.

Esta casa tenía una especie de jardín zen, para contrastar con los frondosos jardines llenos de flores, gnomos de cerámica, molinillos y demás repelencias de las casitas bien. Y es que había categoría en el pueblo.

Borrachos durmiendo apaciblemente en los umbrosos jardines del centro del pueblo, se ven en todos los festivales...


...Pero que ese frondoso jardín en el centro del pueblo resultara ser el cementerio, ya no es tan común. Eso sí, queda súper black metalero.


Plano de las zonas de acampada: nosotros estábamos en la R. Fijáos en el detalle de los nombres de las calles.

Mapa de la Tierra Sagrada del Metal.


Las boñigas de vaca se tapan con plásticos para hacer abono. La mierda y los
headbangers conviven con naturalidad.


Con tal de señalar cuál es la posición de tu tienda de campaña en medio de la inmensidad, cualquier cosa vale.

Típica visión de una de las zonas de acampada.


Los alemanes aprovechan la cercanía a su hogar para llevar caravanas y todo tipo de comodidades. Lo más divertido de pasearse por las zonas de acampada es ver las frikadas que utiliza la peña para decorar sus chiringuitos.


¿Os pensábais que los germanos eran educados, responsables, civilizados y cuadriculados? Pues de eso nada; la basura que se veía desde el primer día en las zonas de acampada no tenía nada que envidiar a la del sector punkarra del Viñarock.


Esto es un camino de peregrinación a Tierra Santa como Dio manda y no el del Santiago ese.


¡Por fín! The Gates of Valhalla.

Visión de los dos principales escenarios y la calavera de vaca que se ilumina por la noche.

Tener amigos para esto.


El guitarrista de Airborne, trasuntos australianos de AC/DC, se subió a una de las torres del escenario...¡y siguió tocando la guitarra!


La repelente con cara de hogaza de Liv Kristine se sacó un pedazo escenario con barco vikingo incluído del copón. Afortunadamente la pirotecnia no le quemó los pelos a su marido.

Esto es lo que pasa cuando dedicas tu hora libre a pasear por el Metal Market: que llega el concierto de Iron Maiden y el público llega hasta Cuenca.



Una de las cosas que motivó más quejas es que los seguratas impedían la entrada de más gente al recinto para ver a los Maiden, a pesar de que había sitios libres. Además había un montón de gente que salía del recinto.


¿Para que aguantar aglomeraciones sin poder ver un pijocuando puedes estar cómodamente sentado en el video wall viendo a los Iron Maiden con un poco de retardo en la pantalla? Total, por mucho escenario faraónico que trajeran, el tito Bruce llevaba un gorrito de lana que era para matarle, y sus cabriolas y tonterías eran las mismas de siempre.



A pesar de la multitud, el público de Wacken es un poco sosainas. Poco cantarín y bailarín, no es como el de España. Cuando sonó la de
Fear of the Dark apenas se oía el ooooo-uououououooooooo-uouououuooooo-uooo-uooooooooo...

Nuestros adorables vecinos.


La tierra santa del Wacken cuando llueve se convierte en un puto barrizal, como todas.


Si no tienes dinero para hacerte un tatuaje normal y corriente, siempre puedes demostrar que eres una trastornada lesionándote a tí misma.


La zona VIP del
backstage era lo más parecido a un híbrido entre terracita pija de Ibiza y garito metalero, pero si no hay cáterin gratis pierde su encanto.


En el concierto de Children of Bodom empezaron a proliferar los
crowdsurfers: todo el mundo estaba amenazado de acabar por los aires y varios tíos se pegaron unos costalazos contra el suelo de impresión. Empecé a temer por mi seguridad y los maromos de mi alrededor me ponían ojitos porque era ligera de levantar. Encima le tuve que regalar mi paquete de kleenex a un tipo que sangraba por la nariz como un cochino debido a las patadas recibidas por el surfero de turno.


The Pipi Wall. Ya no es solo la guarrada de dejarlo todo perdidito de pis, es que encima los borrachos no tenían reparos en sacarse la chorra y mear en medio de la multitud y veías más penes que en una peli porno.

Un tío ponía en peligro su vida cada noche para que los metaleros pudieran disfrutar de una calavera de vaca gigante encendida.


Alex Laiho, que es un cachondo, triunfó con una versión de la canción
Umbrella, entre otras versiones frikis.


Los Corvus Corax dieron la campanada de la noche. Su puesta en escena fue espectacular, aunque no tocaban metal. Me llevé un chasco porque no tocaron
O fortuna,que me hubiera puesto los pelos de punta. Su combinación de gaiteros vestidos a la manera imperial china, coros de monasterio, orquesta y soprano operística era cuando menos peculiar.


Los coristas a duras penas podían disimular su descojone al verse contemplados por más de 70000 personas.


Los simpáticos organizadores del Wacken utilizaron la pantalla para enviar mensajes de aviso. ¿Seguro que si nuestros vecinos nos miraban mal era por su extrañeza de que pusiéramos candado en la tienda de campaña?


La soprano de Corvus Corax recicló un vestido usado por María Jiménez y se la veía exultante. Ni en La Scala iba a tener jamás tanto público.


Entrada de Wacken: 175 euros. Que a Jorn Lande no le funcione NADA el micrófono durante el concierto de Avantasia y no se empane: no tiene precio.


Panorama de los mercadillos y el gentío.


¿Nueva Orleans post-Katrina? No, Wacken. Las barrabasadas de la gente afectan incluso a sus propias tiendas. A más de media docena las vimos destrozadas, incluyendo sillas, barbacoas tiradas por el suelo...


Las sillas de director de Wacken costaban 10 euros y eran endebles, pero se echaban de menos con el cansancio de los conciertos.


Feliz Navidad en Wacken.


Regalaban las bolsas de basura, pero que si quieres arroz Zoraida.


En algunas de las zonas de acampada había pequeños supermercados, no demasiado bien provistos y además caros, pero ideales para los vagos que no quisieran caminar mucho...


Este buen hombre se paseó un día entero con capa dorada y cuernecillos a hombros de sus amigos anunciando que era el rey de algo. Pero como lo decía en alemán no me pude enterar mucho.


Cualquier sitio es bueno para escribir una nota de aviso, y además sólo una pequeña parte de los asistentes te la puede leer. La pregunta es...¿vio el interesado este mensaje? La intriga me corroe.¡Luis, pronúnciate!!


Nuestros adorables vecinos volvieron a su casa casi de noche y se olvidaron unas salchichas sin hacer. Mucho arte en hacerlas no mostraban porque las ponían a pleno fuego en vez de esperar a tener brasas.


Menudo atajo de adanes...


No sólo se olvidaron las salchichas nuestros adorables vecinos: se dejaron unos 200 euros en botas debajo de su coche. Debió de dolerles mucho cuando llegaran a Nuremberg. Las zapatillas a la basura, pero las botas rápidamente encontraron dueño...

El campo de batalla después de la guerra...Qué penita. ¡¡Hasta otro año, Wacken!!



Y hubo más, mucho más. Más conciertos, más experiencias, más frikis. Como ese que iba vestido de Jack Sparrow, o esos con traje y corbata (que debían ser los de la orquesta de Corvus Corax), o los disfrazados de renos, los de conejitos rosas, o con picardías lilas y tanga negro, o el que llevaba asomando una salchicha de la bragueta (simulación de capullo incluído), o el que iba completamente desnudo salvo la picha envuelta en cinta americana plateada, y tantos otros.

Quiero enviar recuerdos a Gerardo, ese héroe mexicano que, como tantos otros, pasa penalidades para poder asistir a festivales como estos, y demuestra que apoya el metal. Y un saludo para Juan José, el gallego residente en Alemania que ya casi no sabía hablar español, por su simpatía y generosidad.
Para qué engañarnos: los festivales están llenos de alcohólicos sin diagnosticar, trastornados y gilipollas, pero también de adorables frikis, gente original y metaleros de lo más normal que hacen de unos días de conciertos al aire libre una experiencia inolvidable. Besos metálicos a todos.