Hay gente que se sorprende de no verme leer libros de divulgación científica. La razón es que para los que trabajamos en ciencia, leernos libros que ofrecen masticaditos conceptos que ya sabemos nos aburre un poco. Tampoco tengo mucho tiempo para leer ahora (es lo que tiene no usar el transporte público) y cuando me apetece leer, me apetece leer para evadirme, no para tragarme sesudos ensayos.
Pero no quiero dejar de recomendar el que, para mí y para mucha gente, es el mejor libro de divulgación científica de la historia. Quien lo ha leído, sobre todo de jovencito, reconoce que es estupendo y que de alguna manera te marca. No es que convierta en microbiólogo a todo el que lo lee, para nada, pero es lo más parecido a una novela de aventuras que puede ser un libro de divulgación, se nota que está escrito con admiración y cariño, se lee con mucho agrado y se recuerda con una sonrisa. El típico librito que lo recomendarías con los ojos cerrados y que se gana un huequecito en el corazón.
Yo conocí de su existencia a través de mi padre, que lo leyó en su juventud. Pude conseguirlo en la biblioteca de mi facultad, porque está descatalogado. Enseguida entendí por qué lo recomendaba tanto. Mi padre y yo lo hemos estado buscando por doquier en formato físico, sin éxito. Es una vergüenza que talen árboles para publicar cualquier gilipollez y que obras maestras de la divulgación científica como esa caigan en el olvido. Debería estar en todas las bibliotecas del mundo y especialmente en la de los colegios e institutos. Qué narices, yo lo convertiría en lectura obligatoria y texto de trabajo para las clases de Ciencias Naturales. Afortunadamente rebuscando en internete se encuentra de todo y pudimos volver a leerlo en un PDF de calidad.
Seguro que más de uno ya ha deducido que sólo puedo referirme a “Cazadores de microbios” de Paul de Kruif.
No voy a dar más pistas. Sólo os facilito el enlace para que lo leáis y sobre todo se lo hagáis leer a vuestros hijos/sobrinos…pequeñuelos amados en general porque es una lectura obligada de la infancia, más que los clásicos del Barco de Vapor.