15 de mayo de 2012

Ganchillo del siglo XXI


Como las mujeres podemos hacer varias cosas al mismo tiempo (ver la tele, pensar en la cena, cagarse en la jefa, y hacer ganchillo) me estoy adentrando en una afición nueva: amigurumis o muñecos de ganchillo. No recuerdo cómo narices los descubrí por Internet pero aburrirse en el trabajo y ya haber mirado el Facebook tiene estos peligros.
Terreno abonado para toda clase de frikadas. Cuelgo unas fotos para que veiais  a qué dedico las tardes-noches en vez de deprimirme en Infojobs o alguna cosa productiva como esa.

Después de mis primeros conatos de amigurumis, de los que lamentablemente no guardo fotos, este oso fue mi primera gran obra maestra. De paso, le hago publicidad al Arturín. Llegados a este punto el chino de mi pueblo ya se estaba extrañando de que hubiera una chica que entraba a menudo en la tienda rebuscando en la sección de lanas sin que parezca que encuentra lo que busca. Y es que pese a que son los primeros suministradores de lana baraturria los chinos no parecen haberse dado cuenta de que la lana gorda y la lana con pompones no es la más adecuada para muchos de los trabajos de manualidades...

Siguiente gran obra (y esta si que me costó su tiempo y sus desvelos): en cuanto la cuñada se enteró de que hacía muñequitos de ganchillo pidió un Belén (no sé si sabía que realmente existen) y dicho y hecho.

 La Sagrada Familia. La Virgen está un poco gorda, pero es que está recién parida, joer. Según el Maromo, Jesucristo nuestro Señor parece un reptil gusano, así que le puse aureola para que tuviera más gracia. Como reivindicación de su maltratada figura, San José me ha quedado bastante bien, destaca por su barba tupida y sostiene con dignidad un pincho moruno. Lástima no haberles hecho una foto por detrás.



El Ángel en su juventud escuchaba glam metal y así se ha quedado con el pelo cardado. Para disimular los brazos asimétricos, le pequé una estrella en la mano. Para que veais el síndrome de Diógenes que es necesario tener para encontrar los materiales necesarios para la miniatura, el hilo dorado de las mangas procede de un fleco suelto de un camino de mesa, que convenientemente guardé por si un siglo de estos hacía falta. La aureola está hecha de cinta de regalo rígida. Las figuras tienen dentro de relleno de peluche y un pequeño canto rodado amorosamente recogido en los descampados de Arroyomolinos para que haga contrapeso; hay que andar moviéndolo para que la figura se quede tiesa, pero eso forma parte del encanto kitch del Belén.


Melchor: la corona cuajada de piedras preciosas y el anillo de rubíes no disimula su aspecto de científico loco de raza aria. La capa roja bordeada de armiño no disimula que me equivoqué utilizando un ganchillo más pequeño que para el resto y se quedó pelín pequeño comparado con el resto de figuras, pero puede ser por la edad. 


 Gaspar: tiene el culo gordo por la diferente textura de la lana y parece que le ha robado la chichonera al hijo de Son Goku, pero es que como no me quedaba lana marroncita para hacerle pelo, le monté una barba espectacular que, junto al huevo Kinder lleno de incienso, aporta dignidad al Rey Mago más ignorado.



Baltasar: un resto de lana de fantasía muy difícil de tejer que no iba a tener otro uso sirvió para crear una capa y un turbante de lo más exótico, que además disimula que, por efectos del grosor de la lana, me ha quedado un negro cabezón.



Aquí los tres en buena compañía. Ya veis que en un par de meses haciendo y rehaciendo y cosiendo bolitos con pulso de cirujano bastan para hacer a una cuñada inmensamente feliz.




Una vez liberada de la magna obra bíblica, me puse a hacer pastelillos para decorar el centro de mesa. El de cereza y el de topping de fresa me quedaron espectacular, el resto hay que pensánselo dos veces para hincarles el diente. Los chinos del barrio dudaban de que alguien pudiera llevarse a casa un plato de plástico tan hortera, pero sólo hay que esperar con paciencia a que suceda el milagro.




Basándome en un patrón para crear una bolsa con forma de conejo de Pascua rellena de chocolatinas, me hice una funda para la tarjeta de entrada al curro, ya que así me puedo olvidar de quitármela del cuello sin que el Universo se entere de dónde trabajo y cómo me llamo. Me quedó un poco asimétrica y creo que a los compañeros les da vergëunza ajena, porque me han propuesto darme otro tipo de enganche más profesional. Tuve que pintar con spray un par de bolitas de otro color por la dificultad de encontrar cuentas negras de cierto tamaño. Para que luego digan que en los chinos se encuentra de todo.


El dominio de la técnica se manifiesta con la improvisación y la creación propia. Dsitraes un par de botecitos de plástico muy aparentes del curro, les pones una funda de ganchillo decorada a juego con los colores de cada cepillo de dientes y ya tienes un soporte gratuito para los cabezales del cepillo eléctrico. Yo no tengo la culpa de que la anilla identificativa de los cepillos coincida con los colores de cierto equipo de fútbol.


  


Y mi último proyecto, que ha sido un poco cansino y lo he dejado un poco descolgado para dejar hueco a otras aficiones: una muñeca estilo Barbie, toda ella de ganchillo. Al final más que Barbie me ha quedado Terelu Campos con menos tetas, pero tiene bragas, ombligo y  pulgares como una profesional. Lo malo es que le quise poner un pelo tan largo que ahora se le cae para atrás la cabeza, y los rasgos (hechos con tela pintada e hilo) le han quedado como de mala leche. De momento para vestirla le he puesto una boa de plumas sacada de vete tú a saber de dónde, pero la idea es ir haciéndole ropita de punto o ganchillo a escala, y de paso ir practicando para ir aprendiendo a hacer ropita mayor. ;)