30 de junio de 2011

Si tus padres, que te quieren, te dicen que estudies, es por algo

Hace mucho tiempo que no escribo, y eso que en los últimos meses he tenido tantas experiencias "reseñables" que me da la impresión de haber vivido 5 años. Es hora de poner blanco sobre negro y dejar comentarios al respecto. Sobre algunos temas de los que hablaré, la información le puede resultar de ayuda a algún despistado que caiga en este blog por error. 
Sobre otros, más que nada lo que haré es cagarme en los muertos de algun@, ya ya sabeis lo poco discreta que soy describiendo algunas situaciones. Espero no aburrir demasiado a la gente que me sigue; espero ser constante en las publicaciones.

Hace mucho tiempo escribí unas entradas sobre la resistencia en el campo de la investigación a dejar esa industria y reciclarse en otras actividades, así como en la errónea creencia de que un doctorado no sirve de nada, y otros problemas de estudiar biología (solté 1, 2 y 3 rollos macabeos).

Cuando yo acabé la tesis estaba tan quemada de las pésimas condiciones sociolaborales que estaba resuelta a no ver jamás una pipeta en lo que me quedaba de vida, y juré por mis muertos que no haría post-doc.
Pero necesitaba un trabajo urgentemente (ya se sabe, agotas el paro mientras escribes la tesis y haces los últimos experimentos), envié un CV a una oferta que se me ajustaba como un guante (ya se sabe, como nunca esperan que te llamen) y pronto conseguí un post-doc que me atrajo en cuanto me lo describieron (escribir artículos de investigación clínica, y escribir es la parte que más me gusta).

Durante unos meses fui más feliz que una perdiz. Aunque seguía viendo pipetas, no tenía que tocarlas. Aunque no podía colocar las piernas en mi sitio de trabajo porque estábamos como piojos en costura en un laboratorio pequeño y cochambroso, estaba agusto haciendo trabajo estadístico y de escritura. La jefa era una histérica que me prohibió relacionarme de forma amistosa con los técnicos y becarios y me usaba como mera compañía para no comer sola, alejada del resto del personal del centro, a los que despreciaba, pero en los primeros momentos me sentí querida por ella, teníamos confianza y la llegué a ver como una segunda madre.
Tampoco me importaba estar con el puñado de becarias y técnicos tóxicas que me habían tocado en suerte, porque en mi posición estaba "protegida", y al fin y al cabo cumplía órdenes de no amistarme con ellas.
Llegué al punto de pensar que cuando una de las becarias se cambió de grupo lo hizo por ser una mantequitas blandas y estar malmetida, cuando es evidente que no aguantó la presión de la neurótica de mi jefa, sus desprecios y exigencias cuando ella se estaba chupando un montón de trabajo del que los demás compañeros se estaban escaqueando, y que hizo bien en seguir los venenosos consejos de cambiarse al grupo de sus amiguitas.
Lamentablemente, su trabajo recayó en mí y me tocó tocar de nuevo las pipetas, con la pereza que me daba, y compartir laboratorio con las técnicos y las becarias odiosas, que en seguida me hicieron la vida imposible.

Aprendí una cosa: que si a los FPII a los que no les llegó la nota para estudiar la carrera de Biología se les nota a veces un poquillo la amargura de ver cómo otra gente sí tiene la licenciatura y progresa, cuando el FPII elige esa opción voluntariamente, le rezuma envidia del colmillo.

Y es que hubo una época en la que menudearon ciertos consejos que triunfaron mucho, como por ejemplo que es más lucrativo poner ladrillos que estudiar medicina (ahora que se jodan esos listillos), y que tiene más salidas laborales estudiar una FPII que estudiar una carrera.

Resultado: gente muy lista estudia la FPII pensando que sólo los pringaos con titulitis estudian una carrera y después se topan con que:

a) Los trabajos de técnico tampoco es que caigan del cielo y que a veces, contratan también a licenciados. No les llueve el maná tanto como dicen.
b) Los trabajos de técnico son sumamente monótonos y fácilmente robotizables, y eso es un peligro.
c) Es tristísimo llegar con veintipocos años a tu techo profesional y salarial. El aburrimiento hace mella.
d) La falta de títulos les imposibilita acceder a becas, contratos e incluso cursos de formación, solamente por burocracia, con lo cual no pueden mejorar su posición ni su formación de forma significativa.
e) No pueden acceder a puestos más interesantes de Técnico Superior o a ciertas oposiciones.
f) Tienen que aguantar constantemente que la gente les anime a estudiar la carrera "con lo listos que son", cosa dificilmente factible llegando a cierta edad (qué perezón) y más combinándolo con un trabajo.
g) Se acomodan para siempre en su mentalidad funcionarial de "yo tengo mi horario y mis funciones, no moveré ni un dedo si no me corresponde" y "yo no sé hacer eso, no me lo pidas" y eso es difícil de cambiar para acceder a puestos mejores.
h) Lo peor de todo: ven impotentes como esos pringaos que estudiaron la carrera hacen una tesis, tienen un trabajo más enriquecedor, acceden a mejores puestos y van progresando en posición y sueldo, cuando no necesariamente son más hábiles ni más inteligentes que ellos. Ver a un torpe gilipollas ganando 500 euros más que tú al mes jode bastante, yo lo entiendo, pero deben comprender...¡¡¡que fueron ellos los que tomaron una errónea decisión!!! Así que un poco más de respeto por esos torpes gilipollas porque al menos tomaron una mejor decisión en determinado momento, y una carrera y una tesis no las regalan.

Pues había dos de estas tipas en mi laboratorio. Una maruja neurótica que tuvo una crisis existencial tras el instituto y tras un año sabático decidió que un trabajo de técnico con jornada intensiva para dar rienda suelta a sus actividades marujiles por la tarde iba más con su personalidad, y una chunga de Usera que como esos perrillos pequeños que se sienten acomplejados se pasaba el día ladrando, pero no mordiendo, y que no había querido estudiar ni trabajar al mismo tiempo ni que sus padres pagaran un crédito para hacerla estudiar. Resultado en los dos casos: una envidia y una rabia que se les salía de las orejas. Se pasaban el día quejándose de su sueldo, su discriminación y del clasismo profesional como si no hubieran elegido libremente su situación, y dándoselas de más hábiles e inteligentes que nadie.

Lamentables individuas las dos. Al menos les quedaba un consuelo: al cobrar menos y hacer un trabajo más básico, suelen ser más "indispensables" y las acaban haciendo indefinidas con más facilidad. Me hicieron renunciar a un mes de sueldo para tener dinero con el que hacer fija a la Chunga, y eso me dolió en el alma, por lo triunfante que se iba a sentir la hija de la gran puta, pero me hicieron un gran favor echándome de ese infierno...

(Continuará)