12 de marzo de 2007

Tanto va el cántaro a la fuente, que al final le dejan bloqueado un día de fútbol. Y es que ya sabía que era demasiado tentar a la suerte dejar el coche aparcado en los aledaños del Camp Nou a las 10 y media de la mañana sabiendo que doce horas después celebraban un Barça-Madrid. Pero una sigue manteniendo una fe ingenua en la bondad humana y por la experiencia de otras veces, no me esperaba que me dejaran el coche completamente bloqueado. Ya una vez volví a casa con un abollón de órdago por intentar salir a lo bruto del atolladero donde me habían dejado en un Catalunya-Brasil, y ya pensaba que peor que entonces no me podía ir. Pero sí. Después de esperar más de una hora para que empezara la siguiente sesión de ese crimen cinematográfico llamado el Motorista Fantasma (¡¡¡mucho mejor la peli de la Masai Blanca!!!) y de tragar esa bazofia con paciencia doctorandil, volvemos al coche para refugiarnos en el cálido hogar y nos habían dejado el humilde Saxo atrapado entre un todo terreno Volkswagen aparcado en paralelo al mío (de esos pequeñitos que se compran las señoras para ir al Carrefour y dejar los niños en el cole, ya sabéis, de esos manejables que abultan poco y se aparcan en cualquier sitio sin molestar) y otro coche igual de humilde y barriobajero aparcado en perpendicular. El que estaba peor era el todoterreno, en plena tercera fila con dos cojones, como pensando que todos los coches que estaban ahí iban al partido, cegado a las otras realidades del mundo. ¡¡Hay gente que trabaja!! Y claro, nada de detalles cívicos como por ejemplo, dejar el número de móvil en el salpicadero por si ls moscas...¡pero cuánto piensa la gente en el resto de seres humano! Y claro, disgusto.
Alternativas:

a) Llamar a la patrulla para que vengan con grúa a sacar el coche, sabiendo que tienen menos posibilidades de aparecer por allí que la virgen de Guadalupe.

b) Cargarnos los retrovisores y cristales de los coches, desinflarles las ruedas, amén de rayarles las puertas de extremo a extremo (ganas habían, pero quedaba el problema filosófico de no castigar a un inocente porque no sabíamos exactamente cuál de los dos coches era el que había "formalizado" el bloqueo). Tendríamos que volvernos (con maletas y todo) en autobús y volver al día siguiente por el coche, y nos arriesgábamos a que los dueños de los coches agredidos se cargaran también el nuestro, pero la tentación era muy grande.

c) Irnos en bus igualmente pero dejando un papelito explicativo del volumen de las heces que depositábamos sobre sus muertos más recientes.
d) Irnos a cenar por allí cerca y volver cuando acabara el partido, con la esperanza de toparnos con lo dueños de los coches y o bien agredirles, o bien increparles, o bien agredirles e increparles, o bien pedirles que nos abonaran la cena consumida y si se negaban, obligarles incluso por la fuerza.


Yo era partidaria de las opciones A, C, D y con matizaciones, la B. El Maromo iba directamente a po la B y la D. La verdad es que si hubiera llevado en el bolso el spray de defensa que me regaló el Maromo hubiera existido también la opción de rociar las manillas de las puertas de los coches para que luego quien se montara se llevara una desagradable sorpresa...


Así que nada, llamamos a la patrulla (con los móviles casi sin batería) mientras resistíamos a la tentación de los actos vandálicos y tardaban un huevo, claro, pero nosotros teníamos la presión de que llegaran antes de que saliera el último autobús. Durante la espera apareció una trabajadora de una facultad con el mismo problema, pero aún más bloqueada que nosotros si cabe. Además tuvimos que ahuyentar a otro espabilado que quería aparcar en la misma tercera fila y nos lamentamos a una familia que también dejó mal el coche pero que al menos tuvo la iniciativa de dejar el número de teléfono a la vista.


Cuando ya nos estábamos desesperando apareció un guardia, que muy amable y simpático pero que nos dijo que todas las grúas de la ciudad estaban saturadas, que nos fuéramos a cenar, y que él no podía hacer nada salvo poner la cara. Y llorándole estábamos cuando aparece providencialmente una grúa, que no venía por nosotros, si no por otro coche de una calle de al lado por la que no podían entrar porque estaba bloqueada de coches!! Así que nada, le pedimos que se llevara a cambio el todoterreno y así no hacían el favor. Además a la otra chica le aseguraron que vendría otra grúa después. El mismo guardia no se podía creer la suerte que habíamos tenido. Y así pudimos irnos después de una hora esperando y cogiendo frío, porque nos bajó Dio a ver.

El todoterreno quedó sano y salvo aunque con multa. Lástima que no perdiera el Barça para que el disgusto el propietario fuera aún mayor. Os podéis dar por sermoneados con los típicos argumentos sobre si el fútbol es el nuevo opio del pueblo, bla bla bla.

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