Probablemente, el único blog escrito por una mujer que jamás hablará de zapatos.
13 de diciembre de 2007
12 de diciembre de 2007
Diseñadores de juquetes al pilón
No tengo mucho tiempo para escribir, ya lo habréis notado. Hasta pasado febrero, mes en el que espero poder amenizaros con mis relatos sobre desastrosas entrevistas de trabajo, dudo que viva viviendo en mí. Pero no quiero perder la costumbre de dedicar cada mes a un friki que merezca el premio Viña del Señor, un certamen que no se celebrará nunca porque sería injusto que hubiera un solo ganador. Hay tanto tarao que se lo merece...
Diciembre va dedicado, como no podía ser de otra manera, al grupo de cerebros, seguramente psicólogos, antropólogos, psicopedagogos y vete tú a saber qué coño con carrera y másteres, que anda detrás del diseño de los juguetes de niños (es la temporada, no me culpéis).
Los juguetes diseñados para varones los doy por perdidos: mucho coche, mucha máquina teledirigida, mucho monstruo y bicho feo, no poca violencia, una voz en off macarrilla. Nunca falla.
Pero los juguetes de niña están llegando a un punto en el que me siento ofendida incluso como adulta. Al final, las ñoñerías rosas de la Barbie, sus hadas arcoirisadas y sus pijas aficionadas a la equitación van a quedar como lo más potable que se le puede comprar a una niña. Hasta los bebés y mascotitas que reproducen (como si fuera maravilloso) lo más execrable de la condición mortal (aguantar meados y cagadas, a eso se reduce la crianza) se me antojan deseables.
Pero las Polly Pockets esas que, haciendo una réplica en rosa del loop de Hot Wheels, dedican el circuito a ir rapidito al centro comercial, en vez de optar por la sencillez de la versión masculina, destinada a la mera competición sin fuste ni muste (con las inevitables hostias que se pegan los coches), me han dado mucha tos.
Ya me imagino esas reuniones (mixtas) de ejecutiv@s trajead@s, con el ceño fruncido, decidiendo que tenían que crear una versión para niñas del Hot Wheels para que nadie les acusara de sexismo. El lobby feminista, que presiona que te cagas. "¿Y qué motivación les damos a las niñas para que jueguen con algo tan extravagante y tan contrario a su naturaleza como unos cochecitos?"-debió objetar alguien.
No bastaba con pintar el plástico de rosa y colocarle algunas flores estratégicas. Quizás alguien sugirió: "Podíamos hacer que los cochecitos en realidad fueran ambulancias rosas destinadas a llevar a los perritos, los gatitos y los animalitos del bosque enfermitos a la clínica veterinaria cuanto antes para que las niñas jugaran a salvarlos".
Y otr@ que mandaba más debió decir: "No digas tonterías, eso es sexismo, reduce a las niñas a su condición eterna de cuidadoras. Mejor hagamos que se comporten como adultas superficiales y fashion victims que dedican su ocio a ir de compras al centro comercial, al cual van sin otra necesidad que ver escaparates y fundirse la Visa, y no precisamente en los libros de Punset; eso sí, sin concretar si el dinero lo han ganado con el sudor de su frente o es el dinero ganado por ese ingeniero rico que han conseguido ligarse porque están super buenorras y se maquillan como puertas aunque aún no les haya venido la regla".
Y mientras tanto yo, acomplejada porque creo que no sirvo para ningún trabajo que requiera pensar.
Supongo que todo este tipo de anuncios tendrá al Instituto de la Mujer en pie de guerra. Enfadadas, quiero decir: las mujeres son seres llenos de paz y armonía, no guerrean porque son hijas de la naturaleza y de la tierra. Poca broma con esto: el lobby feminista se está poniendo muy duro (perdón, muy firme; lo otro era una expresión falocéntrica) con el tema de evitar el lenguaje sexista.
Oí a una paya en la radio explicando que era por no sé qué de la psicolingüística, y que el sexismo implícito en el lenguaje que las criaturitas oían desde bebés determinaba su comportamiento sexista futuro; de ahí que fuera acuciante corregirlo. Algo así como que cuando un niño varón oye desde su cuna decir "diputados" en vez de "diputados y diputadas", algo no se forma bien en su cerebro y cuando crezca será un jodido machista que nunca fregará los platos ni irá a buscar a los niños al cole, y que además incluso zurrará a su parienta. Lo mismo con tanta tradición de los lehendakaris de hablar de "vascos y vascas" (ya el siguiente paso será decir "vascos y vascas o vascas y vascos") es lo que ha conseguido que la última pareja terrorista detenida sea mixta, con protagonismo femenino, además. Nunca se sabe.
En fín, que cada loco con su tema. Yo estoy muy ocupada como para ponerme a apuntar en una libreta el número de tíos cachas y de tías medio en bolas que salen en los anuncios de perfume. A mí dejadme en paz que bastante tengo con lo que tengo.
Diciembre va dedicado, como no podía ser de otra manera, al grupo de cerebros, seguramente psicólogos, antropólogos, psicopedagogos y vete tú a saber qué coño con carrera y másteres, que anda detrás del diseño de los juguetes de niños (es la temporada, no me culpéis).
Los juguetes diseñados para varones los doy por perdidos: mucho coche, mucha máquina teledirigida, mucho monstruo y bicho feo, no poca violencia, una voz en off macarrilla. Nunca falla.
Pero los juguetes de niña están llegando a un punto en el que me siento ofendida incluso como adulta. Al final, las ñoñerías rosas de la Barbie, sus hadas arcoirisadas y sus pijas aficionadas a la equitación van a quedar como lo más potable que se le puede comprar a una niña. Hasta los bebés y mascotitas que reproducen (como si fuera maravilloso) lo más execrable de la condición mortal (aguantar meados y cagadas, a eso se reduce la crianza) se me antojan deseables.
Pero las Polly Pockets esas que, haciendo una réplica en rosa del loop de Hot Wheels, dedican el circuito a ir rapidito al centro comercial, en vez de optar por la sencillez de la versión masculina, destinada a la mera competición sin fuste ni muste (con las inevitables hostias que se pegan los coches), me han dado mucha tos.
Ya me imagino esas reuniones (mixtas) de ejecutiv@s trajead@s, con el ceño fruncido, decidiendo que tenían que crear una versión para niñas del Hot Wheels para que nadie les acusara de sexismo. El lobby feminista, que presiona que te cagas. "¿Y qué motivación les damos a las niñas para que jueguen con algo tan extravagante y tan contrario a su naturaleza como unos cochecitos?"-debió objetar alguien.
No bastaba con pintar el plástico de rosa y colocarle algunas flores estratégicas. Quizás alguien sugirió: "Podíamos hacer que los cochecitos en realidad fueran ambulancias rosas destinadas a llevar a los perritos, los gatitos y los animalitos del bosque enfermitos a la clínica veterinaria cuanto antes para que las niñas jugaran a salvarlos".
Y otr@ que mandaba más debió decir: "No digas tonterías, eso es sexismo, reduce a las niñas a su condición eterna de cuidadoras. Mejor hagamos que se comporten como adultas superficiales y fashion victims que dedican su ocio a ir de compras al centro comercial, al cual van sin otra necesidad que ver escaparates y fundirse la Visa, y no precisamente en los libros de Punset; eso sí, sin concretar si el dinero lo han ganado con el sudor de su frente o es el dinero ganado por ese ingeniero rico que han conseguido ligarse porque están super buenorras y se maquillan como puertas aunque aún no les haya venido la regla".
Y mientras tanto yo, acomplejada porque creo que no sirvo para ningún trabajo que requiera pensar.
Supongo que todo este tipo de anuncios tendrá al Instituto de la Mujer en pie de guerra. Enfadadas, quiero decir: las mujeres son seres llenos de paz y armonía, no guerrean porque son hijas de la naturaleza y de la tierra. Poca broma con esto: el lobby feminista se está poniendo muy duro (perdón, muy firme; lo otro era una expresión falocéntrica) con el tema de evitar el lenguaje sexista.
Oí a una paya en la radio explicando que era por no sé qué de la psicolingüística, y que el sexismo implícito en el lenguaje que las criaturitas oían desde bebés determinaba su comportamiento sexista futuro; de ahí que fuera acuciante corregirlo. Algo así como que cuando un niño varón oye desde su cuna decir "diputados" en vez de "diputados y diputadas", algo no se forma bien en su cerebro y cuando crezca será un jodido machista que nunca fregará los platos ni irá a buscar a los niños al cole, y que además incluso zurrará a su parienta. Lo mismo con tanta tradición de los lehendakaris de hablar de "vascos y vascas" (ya el siguiente paso será decir "vascos y vascas o vascas y vascos") es lo que ha conseguido que la última pareja terrorista detenida sea mixta, con protagonismo femenino, además. Nunca se sabe.
En fín, que cada loco con su tema. Yo estoy muy ocupada como para ponerme a apuntar en una libreta el número de tíos cachas y de tías medio en bolas que salen en los anuncios de perfume. A mí dejadme en paz que bastante tengo con lo que tengo.
11 de diciembre de 2007
Ya no hay vuelta atrás
Los momentos más esperados del año han llegado ya.
La tesis depositada es una pesadilla que aún perdura, pero que se desvanece a cada semana, mientras yo espero con paciencia las comisiones y el bautizo en fuego y hielo al más puro estilo Bathory:
No me puedo concentrar para hacer el powerpoint. Es superior a mí.
La ansiedad me devora. Tengo que meter mis cosas en cajas para preparar la mudanza. Espero que cuando ya no quede nada empaquetable a mi alrededor, pueda centrarme y no perder más el tiempo. La culpa me corroe.
He superado el ecuador simbólico de descolgar el póster de mi Niño:
Mi compañero de desventuras, enrollado cual persiana. No hay vuelta de hoja. No le he podido besar en la boca como despedida porque no tiene. Allá lejos, no sé si podré colocarle en algún lado. Ya no será mi silencioso compañero de habitación, el testigo de mis paranoias y de no pocas lágrimas. Ha sido el único momento en que me he emocionado con pena.
Por lo demás, empaqueto con fruición y me regodeo. Llevo años esperando esto, y aunque estoy tardando más de lo debido a causa de ese inicio de síndrome de Diógenes que me lleva a acumullar "porsiacasos", no me canso. Y eso que me esfuerzo en no llevarme "pongos" y horteradas, lo juro. Pero es que allá donde vaya una mujer tiene que crear su hogar.
Mi madre lo pasa mal, aunque le alivió saber que no, no le voy a despojar de los dibujos que hice cuando tenía 5 años. A saber lo que me tirará en cuanto no esté allí para vigilarla. Me ha llenado una caja de botellas bonitas (o que supuestamente lo son) y tarritos de cristal que esperan sobrevivir a los 700 km, y me ha comprado un juego extra de sartenes (sabiendo que yo ya tengo así como 15, no es broma). Metida en una taza envuelta en papel de periódico, me he encontrado una nota de las suyas, escrita en cartón mugriento:
24-02-07
Toma, llévate esta caja.
He guardado en ella algunas cosas de tu uso durante estos años que has compartido nuestra casa como una extraña. Quizás ellas acaben siendo el único vínculo entre nosotras, pues al fín, he sido yo quien te las ha reservado.
Si quieres, no lo olvides.
Ma.
Para que veais cómo está el percal. Mi madre, que ve muchas películas de estas británicas de sentimientos ocultos y rencores que no se dicen. La frase de la extraña no es nueva, ya se la había cotilleado yo en uno de esos diarios que escribe en libretas y agendas y que después deja al alcance de todo el mundo. Y digo yo...si los deja así es porque quiere que lo leamos, ¿no? Y se pensará que hasta pueden dar pena a quien los lea. Ah, pero lo siento, a mí no me ha calado bien. La confianza hay que ganársela. Yo me voy son alivio y no me amarga que a ella le martirice mi escasez de lágrimas ante la perspectiva de ni tan siquiera pasar mis últimas navidades en esa casa.
Al fín y al cabo, hasta febrero no me marcho definitivamente...Tantas insinuaciones que he tenido que aguantar de lo poco espabilada que soy y de a ver cuándo me voy de casa...
Mi padre en cambio se limita a preguntarme con sorna "qué, ¿de mudanza?". ¿Lo dirá por la veintena de bultos que voy acumulando? Pero él da palmas con las orejas porque se relame pensando en tener mi habitación como despacho...Mi hermano también se relame pensando en tener el coche sólo para él. No le voy a dejar ni el Súper Coco, pero no le va a importar.
Se me viene mucho trabajo encima. Me acaba de llegar el carnet de donante de sangre y tejidos para Cataluña. Estoooo...va a ser que ya no. Y que ya muchas cosas no.
Lo único que realmente me entristece es no poderme llevar, físicamente, a mis amigos conmigo. Pero ellos me acompañarán, ¿verdad? ;)
La tesis depositada es una pesadilla que aún perdura, pero que se desvanece a cada semana, mientras yo espero con paciencia las comisiones y el bautizo en fuego y hielo al más puro estilo Bathory:
No me puedo concentrar para hacer el powerpoint. Es superior a mí.
La ansiedad me devora. Tengo que meter mis cosas en cajas para preparar la mudanza. Espero que cuando ya no quede nada empaquetable a mi alrededor, pueda centrarme y no perder más el tiempo. La culpa me corroe.
He superado el ecuador simbólico de descolgar el póster de mi Niño:
Mi compañero de desventuras, enrollado cual persiana. No hay vuelta de hoja. No le he podido besar en la boca como despedida porque no tiene. Allá lejos, no sé si podré colocarle en algún lado. Ya no será mi silencioso compañero de habitación, el testigo de mis paranoias y de no pocas lágrimas. Ha sido el único momento en que me he emocionado con pena.
Por lo demás, empaqueto con fruición y me regodeo. Llevo años esperando esto, y aunque estoy tardando más de lo debido a causa de ese inicio de síndrome de Diógenes que me lleva a acumullar "porsiacasos", no me canso. Y eso que me esfuerzo en no llevarme "pongos" y horteradas, lo juro. Pero es que allá donde vaya una mujer tiene que crear su hogar.
Mi madre lo pasa mal, aunque le alivió saber que no, no le voy a despojar de los dibujos que hice cuando tenía 5 años. A saber lo que me tirará en cuanto no esté allí para vigilarla. Me ha llenado una caja de botellas bonitas (o que supuestamente lo son) y tarritos de cristal que esperan sobrevivir a los 700 km, y me ha comprado un juego extra de sartenes (sabiendo que yo ya tengo así como 15, no es broma). Metida en una taza envuelta en papel de periódico, me he encontrado una nota de las suyas, escrita en cartón mugriento:
24-02-07
Toma, llévate esta caja.
He guardado en ella algunas cosas de tu uso durante estos años que has compartido nuestra casa como una extraña. Quizás ellas acaben siendo el único vínculo entre nosotras, pues al fín, he sido yo quien te las ha reservado.
Si quieres, no lo olvides.
Ma.
Para que veais cómo está el percal. Mi madre, que ve muchas películas de estas británicas de sentimientos ocultos y rencores que no se dicen. La frase de la extraña no es nueva, ya se la había cotilleado yo en uno de esos diarios que escribe en libretas y agendas y que después deja al alcance de todo el mundo. Y digo yo...si los deja así es porque quiere que lo leamos, ¿no? Y se pensará que hasta pueden dar pena a quien los lea. Ah, pero lo siento, a mí no me ha calado bien. La confianza hay que ganársela. Yo me voy son alivio y no me amarga que a ella le martirice mi escasez de lágrimas ante la perspectiva de ni tan siquiera pasar mis últimas navidades en esa casa.
Al fín y al cabo, hasta febrero no me marcho definitivamente...Tantas insinuaciones que he tenido que aguantar de lo poco espabilada que soy y de a ver cuándo me voy de casa...
Mi padre en cambio se limita a preguntarme con sorna "qué, ¿de mudanza?". ¿Lo dirá por la veintena de bultos que voy acumulando? Pero él da palmas con las orejas porque se relame pensando en tener mi habitación como despacho...Mi hermano también se relame pensando en tener el coche sólo para él. No le voy a dejar ni el Súper Coco, pero no le va a importar.
Se me viene mucho trabajo encima. Me acaba de llegar el carnet de donante de sangre y tejidos para Cataluña. Estoooo...va a ser que ya no. Y que ya muchas cosas no.
Lo único que realmente me entristece es no poderme llevar, físicamente, a mis amigos conmigo. Pero ellos me acompañarán, ¿verdad? ;)
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