12 de diciembre de 2007

Diseñadores de juquetes al pilón

No tengo mucho tiempo para escribir, ya lo habréis notado. Hasta pasado febrero, mes en el que espero poder amenizaros con mis relatos sobre desastrosas entrevistas de trabajo, dudo que viva viviendo en mí. Pero no quiero perder la costumbre de dedicar cada mes a un friki que merezca el premio Viña del Señor, un certamen que no se celebrará nunca porque sería injusto que hubiera un solo ganador. Hay tanto tarao que se lo merece...

Diciembre va dedicado, como no podía ser de otra manera, al grupo de cerebros, seguramente psicólogos, antropólogos, psicopedagogos y vete tú a saber qué coño con carrera y másteres, que anda detrás del diseño de los juguetes de niños (es la temporada, no me culpéis).


Los juguetes diseñados para varones los doy por perdidos: mucho coche, mucha máquina teledirigida, mucho monstruo y bicho feo, no poca violencia, una voz en off macarrilla. Nunca falla.
Pero los juguetes de niña están llegando a un punto en el que me siento ofendida incluso como adulta. Al final, las ñoñerías rosas de la Barbie, sus hadas arcoirisadas y sus pijas aficionadas a la equitación van a quedar como lo más potable que se le puede comprar a una niña.
Hasta los bebés y mascotitas que reproducen (como si fuera maravilloso) lo más execrable de la condición mortal (aguantar meados y cagadas, a eso se reduce la crianza) se me antojan deseables.

Pero las Polly Pockets esas que, haciendo una réplica en rosa del loop de Hot Wheels, dedican el circuito a ir rapidito al centro comercial, en vez de optar por la sencillez de la versión masculina, destinada a la mera competición sin fuste ni muste (con las inevitables hostias que se pegan los coches), me han dado mucha tos.

Ya me imagino esas reuniones (mixtas) de ejecutiv@s trajead@s, con el ceño fruncido, decidiendo que tenían que crear una versión para niñas del Hot Wheels para que nadie les acusara de sexismo. El lobby feminista, que presiona que te cagas. "¿Y qué motivación les damos a las niñas para que jueguen con algo tan extravagante y tan contrario a su naturaleza como unos cochecitos?"-debió objetar alguien.

No bastaba con pintar el plástico de rosa y colocarle algunas flores estratégicas.
Quizás alguien sugirió: "Podíamos hacer que los cochecitos en realidad fueran ambulancias rosas destinadas a llevar a los perritos, los gatitos y los animalitos del bosque enfermitos a la clínica veterinaria cuanto antes para que las niñas jugaran a salvarlos".

Y otr@ que mandaba más debió decir: "No digas tonterías, eso es sexismo, reduce a las niñas a su condición eterna de cuidadoras. Mejor hagamos que se comporten como adultas superficiales y fashion victims que dedican su ocio a ir de compras al centro comercial, al cual van sin otra necesidad que ver escaparates y fundirse la Visa, y no precisamente en los libros de Punset; eso sí, sin concretar si el dinero lo han ganado con el sudor de su frente o es el dinero ganado por ese ingeniero rico que han conseguido ligarse porque están super buenorras y se maquillan como puertas aunque aún no les haya venido la regla".

Y mientras tanto yo, acomplejada porque creo que no sirvo para ningún trabajo que requiera pensar.

Supongo que todo este tipo de anuncios tendrá al Instituto de la Mujer en pie de guerra. Enfadadas, quiero decir: las mujeres son seres llenos de paz y armonía, no guerrean porque son hijas de la naturaleza y de la tierra. Poca broma con esto: el lobby feminista se está poniendo muy duro (perdón, muy firme; lo otro era una expresión falocéntrica) con el tema de evitar el lenguaje sexista.
Oí a una paya en la radio explicando que era por no sé qué de la psicolingüística, y que el sexismo implícito en el lenguaje que las criaturitas oían desde bebés determinaba su comportamiento sexista futuro; de ahí que fuera acuciante corregirlo.
Algo así como que cuando un niño varón oye desde su cuna decir "diputados" en vez de "diputados y diputadas", algo no se forma bien en su cerebro y cuando crezca será un jodido machista que nunca fregará los platos ni irá a buscar a los niños al cole, y que además incluso zurrará a su parienta. Lo mismo con tanta tradición de los lehendakaris de hablar de "vascos y vascas" (ya el siguiente paso será decir "vascos y vascas o vascas y vascos") es lo que ha conseguido que la última pareja terrorista detenida sea mixta, con protagonismo femenino, además. Nunca se sabe.

En fín, que cada loco con su tema. Yo estoy muy ocupada como para ponerme a apuntar en una libreta el número de tíos cachas y de tías medio en bolas que salen en los anuncios de perfume. A mí dejadme en paz que bastante tengo con lo que tengo.

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