16 de febrero de 2008

Poliamor, o como arruinarse el día de San Valentín

El otro día pillé en el canal Odisea uno de estos interesantes reportajes sobre la vida alternativa de la gente (en este caso, los frikis eran estadounidenses). En concreto el reportaje iba del poliamor, una alternativa a la desprestigiada monogamia tradicional, aunque no es ni más ni menos que una especie de relación monógama múltiple en la que una persona mantiene una relación seria y estable con más de una persona, del mismo sexo o no. En el documental se explicaba cómo se organizaban la vida diversos tríos y cuartetos poliamorosos.

Y la verdad, qué queréis que os diga, no me dieron envidia, porque si ya la monogamia clásica da problemas, el poliamor es aún más complejo. Realmente se necesita estar muy motivado para vivir así.

Para empezar, una mujer ha de estar loca o tener la paciencia del santo Job como para guantar dos HOMBRES en casa. Sólo de imaginármelo me recorren escalofríos. No es por la tapa de la taza del váter, es porque habría demasiados egos sensibles bajo el mismo techo. Y no creo que las relaciones sexuales lo compensen. Porque es que para más guasa, en las relaciones poliamorosas las relaciones sexuales no suelen ser múltiples, si no que hay que reservar un tiempecito para cada pareja. Olvidaos de las fantasías porno.

En el caso que explicaron de una mujer que tenía dos novios (o un novio y un marido), ambos parecían un poco calzonazos y un poco gayers, no es por nada, y no supieron dar una explicación satisfactoria sobre los sentimientos que tendrían si la mujer se quedara embarazada del otro. Porque esa es una de las complicaciones del poliamor: aprender a vivir criando el hijo de otro en una sociedad pro-monógama en la que los cuernos y cuidar los hijos de otro hombre está socialmente penalizado. Así que para esos hombres poliamorosos todo se reducía a "cuando me encuentre en esa situación ya intentaré hacerme a la idea". Todo consiste en abrir la mente a la idea de no poseer en exclusiva el amor de tu pareja.

Pero el caso que ocupó más espacio en el documental fue un caso apoteósico de un hombre con 3 mujeres y dos hijas, todas conviviendo en la misma casa. Realmente, sí que era de documental. Pero casi de documental de psiquiatría.
Se trataba de un hombre de buen ver, pero con unas ínfulas de macho alfa bastante repelentes. Se definía a sí mismo como macho alfa, no es que me lo haya inventado yo, y basaba el éxito de su relación en la dominación que ejercía sobre su particular harén, compuesta por mujeres obedientes y sumisas, que se organizaban sin rechistar según lo que dijera su hombre. Según él, esto era esencial para que tantas mujeres juntas bajo el mismo techo no acabaran en guerra abierta, y no le falta razón, porque mucha mujer adulta y dominanta bajo el mismo techo puede convertirse en un nido de arpías en cuanto te descuides.

Como en EEUU la poligamia está penada, el hombre sólo estaba casado con una de las mujeres, que era la Hembra alfa, madre de sus dos hijas. A continuación tenía su Novia 1, con la que llevabaN tres años. Pero es que la Novia 1 (bisexual) se echó ligue, que pasó a convivir con ellos en forma de Novia 2. El número no se lo he puesto yo, se lo ponían ellos mismos, porque en una relación poliamorosa el respeto hacia la jerarquía y el
status quo es imprescindible.

Los sentimientos existentes entre las tres mujeres eran muy complejos. Por un lado la Hembra alfa estaba contenta y ufana, muy segura en su papel de hembra predominante, pero tenía que conformarse con compartir a su hombre. La Novia 1 estaba muy hecha a la idea de ser la segundona y se llevaba razonablemente bien con la Hembra alfa, pero mantenía una relación algo tensa con la Novia 2, pues tenía que garantizar que ésta no la desplazara. Y la pobre Novia 2 caminaba un poco sobre el alambre, pues intentaba hacerse un hueco a la sombra de la Hembra alfa y despertar el interés del Macho alfa, pero no podía ofender a la Novia 1 ni a nadie, pues al llevar poco en la casa sabía que a la mínima que diera problemas, le daban boleto. Además venía de relaciones exclusivamente monógamas y todo le resultaba nuevo, así que se esforzaba por cambiar sus esquemas mentales.

Tener hijos en una relación poliamorosa en un estado monógamo es complicadísmo, porque los niños no deben enterarse de lo que se cuece ni ir por ahí explicando la situación que hay en su casa. De lo contrario, los servicios de protección a la infancia se llevarían a los niños, y esto era lo único que le quitaba el sueño al Macho alfa.
Para evitarlo, a la hora de dormir se organizaban de la siguiente manera: el Macho alfa dormía con todas sus hembras en la misma cama, abrazados por su orden jerárquico: Macho alfa +Hembra alfa+ Novia 1+ Novia2. Ahora bien, para evitar que las niñas entraran en la habitación por las mañanas y descubrieran el percal, a las 6 de la mañana sonaba el despertador y la Novia 1 y la Novia 2 se iban a dormir al piso de abajo, en el suelo o en el sofá, hasta la hora de levantarse.
Así, para las niñas, la Novia 1 y la Novia 2 no eran ni madres ni pareja de su padre, eran "las niñeras", que vivían con ellos, y no había problemas.

Como el Macho alfa era consciente de que las mujeres necesitan atención, de tanto en tanto sacaba una agenda y se ponía a repartir su tiempo para estar con su harén. Tal día me toca salir con Fulana, y este otro con Mengana. Si Mengana tenía muchas ganas de estar con él, o se fastidiaba o pedía a la otra que le cambiara el día, y así se iban organizando.
Las relaciones sexuales no eran orgías, ni siquiera entre tres, si no que también se regían por unos horarios. El Macho alfa llamaba a quien tocara en el calendario y se la llevaba a su habitación, mientras el resto de hembras esperaban en el piso de abajo hasta que acabaran, y poderse ir a dormir.

Y así iban funcionando. Bajo la excusa de no querer una monogamia aburrida y convencional, caían en situaciones aún más agobiantes y complicadas, sentimentalmente delicadas. Bajo la apacible superficie, si rascabas un poco descubrías el oropel, y confesaban ciertos resentimientos y críticas. No vi pasión ni cariño: sólo vi un hombre dominante incapaz de vivir solo y con ganas de sentirse el rey de una manada organizándole la vida a una panda de mujeres sumisas que competían por tener un poco de atención e intentando vaciar sus mentes de cualquier sentimiento de celos, irritación o dominación.
Vi aceptación de una serie de normas que no me parecieron muy diferentes de las normas convencionales que los monógamos deben aceptar.
Toda posible ventaja erótica o pasional que pudiera tener vivir bajo el mismo techo con varias parejas se diluía por la cantidad de desventajas que presentaba este tipo de organización.
Pero supongo que pensarían que eso es más civilizado que estar obligado a renunciar a uno de tus amores cuando te sientes atraído por otra persona...

Conmigo que no cuenten, ya he tenido suficientes problemas con hembras alfa como para tener que competir, compartir o como lo queráis llamar bajo mi propio techo...

4 comentarios:

  1. Mucha hipocresía veo yo... si tan saludable es el sistema por qué lo escondían a sus hijas?

    ResponderEliminar
  2. Pues por lo que he explicado, de evitar que las hijas fueran yéndose de la lengua y el caso llegase a los servicios sociales...

    Lo que no sé es cómo pretendían guardarlo en secreto eternamente: cuando las niñas crecieran se darían cuenta del percal.

    ResponderEliminar
  3. brutal! mira que somos complejos...

    ResponderEliminar
  4. No me creo que todo estuviera tan asimilado por cada una de las partes como parece que querían dar impresión. Ahí debía de cortarse la tensión con machete...es que ni me lo quiero imaginar.

    ResponderEliminar