5 de agosto de 2008

Fui al Wacken y volví sin probar la cerveza

Chicos, me congratula informaros de que ya puedo morirme. Este año, sumándose a la larga lista de importantes novedades en mi vida, de cumplido con uno de los preceptos fundamentales de todo metalero, que es el de visitar tierra santa al menos una vez en la vida (no sé cuáles son los demás preceptos).
Ya he estado en Wacken y ya no tengo esa incomodidad espiritual que me impedía vivir con normalidad. Me he sacado la espinita, y seguramente no será el último Wacken.


Porque al Wacken, ya lo sabe todo el mundo, hay que ir cuando a uno le vaya bien sin importar el cartel. No en vano en 2008 ha sido su primer sold out a pesar de que, reconozcámoslo, el cartel era una puta mierda. Salvo los repetitivos Iron Maiden, el resto del cartel no tenía nada que envidiar al de otros festivales ibéricos. Pero da igual, porque el Wacken es el Wacken, es un festival catedralíceo en el que, por increíble que parezca, la música ocupa un segundo lugar, y el ambiente metalero es lo primordial.


Voy a compartir mi experiencia con vosotros para que quede constancia escrita en los archipiélagos de la información, y mis comentarios sean solaz y ayuda de metaleros que quieran viajar a Wacken en el futuro, que nunca se sabe a dónde pueden llegar tecleando en el Google.

Mi experiencia se resume en los siguientes posts (en el tercero están las fotos):

No hay comentarios:

Publicar un comentario