Después de perrear una serie de meses he vuelto a retomar el tema de la apostasía. Que coincidiera con las fechas navideñas es pura coincidencia, no va con mala baba. Me temía nuevas conversaciones telefónicas a los Gila como la primera vez, pero no fue así. En la siguiente llamada, se puso un párroco extranjero con acento de ciudadano del este (?) o vete tú a saber de dónde que sin preguntarme motivaciones personales de ningún tipo, se apunto mis datos para enviarme por correo el certificado de partida de bautismo. Dicha partida se despistó un poco porque algún tarugo del servicio de cartería del curro o de la oficina de Correos más cercana no dio conmigo y hasta que no me extrañé de la tardanza no fui a recoger el contrareembolso.
Con dicha partida de bautismo tan mona me fui en plena nevada al Arzobispado (tras perderme para variar y darme un buen paseo con las botas rotas que me costó un resfriado de la hostia) para llevar mis papeles a la Vicaría General. Con mi cara de buenecita pregunté "¿para entregar una apostasía, por favor?" y me dirigieron al despacho (bien montao pero pelín obsoleto) del Vicario, que al saber mis intenciones abrió un poco más los ojos pero no me puso ningún "pero". Revisó mis papeles, dijo que no habría ningún problema e incluso se disculpó porque al coincidir con fiestas de Nochebuena la respuesta iba a retrasarse un poco, y el hombre hasta se sentía culpable. Pensaría que me importaba a estas alturas, el jodío. Y ahí se quedaron mis papeles, junto las otras cuatro o cinco solicitudes más de apostasía que tenía el hombre en la mesa en espera de la plantilla que dan como respuesta.
Tranquilos que fui tan hijadeputa de despedirme con un "Feliz Navidad" ni nada por el estilo.
Realmente la respuesta se ha retrasado pero ya he recibido hoy la feliz noticia de "se han tomado todas las medidas para que conste, a todos los efectos, dicho abandono de la Iglesia Católica." Mi nombre "no figura ya en ningún tipo de listado, fichero o base de datos de la Iglesia, con lo que se garantiza de este modo que no será considerado miembro de la Iglesia con fines estadísticos".
¿Me fío? No. Pero ya veré si en el futuro solicito la comprobación de la anotación marginal en mi partida de bautismo.
Esta buena gente no obstante me recuerda que "la Iglesia Católica siempre estará dispuesta a acogerme, si deseara volver a vivir y morir en su seno" y se despiden "con todo afecto".
Asín que a pesar de los tropezones iniciales y de tener que recurrir a la apostasía canónica porque no hay más remedio todo ha concluído fácil, rápida y felizmente. No tendré que comprarle mona de Pascua a ningún ahijado y podré presumir de apóstata formal ante cualquier chapao a la antigua que me critique por descreída.
Me enorgullece decir que las dos únicas personas que tienen legítimo derecho de ofenderse por mi decisión, mis padres (que al fin y al cabo me bautizaron sin mala voluntad), no están molestos e incluso mi madre parece aplaude mi acto de congruencia interna, que al fín y al cabo no es otra cosa que una demostración de respeto hacia mí misma y hacia mis ideales.
Os dejo con unas bucólicas fotillos de huellas de conejitos y otras bestezuelas y riberas heladas de mi pueblo, tomadas al ladito mismo de mi casa. Mi pueblo tiene una mierda de servicios públicos, pero al menos te da la opción de estar en contacto con la naturaleza.
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