29 de junio de 2007

A mi madre le gustan las películas de familias en las que hay secretos ocultos, tensiones internas y relaciones problemáticas y a veces pienso que lo hace porque se siente identificada. La mía es lo que llaman una familia nominal (de familia, sólo tiene el nombre), algo así como un lago de superficie tranquila en el que sólo si cae una piedrecilla se revelan sus fondos de aguas turbias y sulfurosas.Con mi hermano la relación es especialmente "nominal" y hoy ha surgido una de esas ocasiones en las que me doy cuenta de que tengo todos los inconvenientes de ser hija única y ninguna de sus ventajas.
La excusa de la irritación ha sido que mi hermano y yo necesitamos el coche la misma noche. Él se lo había pedido con dos semanas de antelación (para ver a un amigo del pueblo al que yo también conozco y al que no me gustaría volver a ver en la vida, pero eso es otra historia), pero a mí me surgió una cena importante. Sin transporte nocturno ni planes hasta el amanecer, la cosa está muy chunga, porque las relaciones nominales no permiten amabilidades como llamarse y ponerse de acuerdo en qué hora volvemos juntos los dos. Yo por mi parte ya tenía asumido que me tocaba ir en bus y llamar a mis padres para que me recogieran, restregándoles esa vana promesa que me hicieron una vez en pleno furor de padres "super chupis" delante de invitados de irme a buscar siempre que hiciera falta, para que su joven hijita no se quedara sin salir de marcha.
Pero mi madre se ha puesto de intermediaria y si ésa es su manera de ayudar a la gente, hizo bien en no seguir con sus planes de hacerse monja misionera.Porque no se le ha ocurrido otra cosa que, demostrando que tiene una fe inquebrantable en la bondad de mi hermano, sugerirle que se volviera en taxi.Mi hermano ha explotado y ha dicho que ni hablar, que me vuelva en taxi yo.
Tanto mi madre como yo ya habíamos entendido que mi madre se lo había sugerido a él porque tiene más dinero: cobra mucho más que yo, contrato indefinido, sin pareja, no se ha pulido sus ahorros en la entrada de un piso, y sólo se lo gasta en discos. Le resulta menos gravoso a él pagar un taxi que a mí. Pero él no está de acuerdo y no ha perdido la ocasión de recalcar con mucha sorna que eso me pasa por seguir estudiando, lo cual es la peor humillación que puede recibir un doctorando: que supongan que no trabaja, y que está estudiando. Además desconociendo mi situación actual. Así que mi hermano aprovechó la coyuntura para soltar una buena carga de la pólvora y la inquina que ha ido acumulando para restregarme que si no tengo dinero es por haber tomado decisiones incorrectas en la vida (refiriéndose a hacer el doctorado, claro), no como él, que tomó la decisión acertada de acabar de informático. Y que cada uno acaba en función de las decisiones que ha tomado en la vida. Con lo cual ya me ha hecho levantar la voz a buena hora de la mañana y estar refunfuñando todo el día. Mi madre también se ha quejado, pero no hay nada que hacer.

Lo que no quiera pedir un taxi no me importa, porque la idea del taxi me pareció una estupidez y porque los taxis a mi pueblo son un atraco a mano armada; mi religión me prohibe considerar esa opción. Además es cierto que mi hermano tiene prioridad al haber solicitado el coche antes, por eso yo no discuto que se lo quede. Pero la humillación y el desprecio se lo voy a tener en cuenta.

Al final...el problema queda sin resolver; ya veremos mañana. Si al menos hubiera servido para que mi madre rebajara su fe en la excelsa amabilidad de su hijo...Pero seguirá igual de inquebrantable.

28 de junio de 2007

El parto de los montes

Una vez oí decir a un profesor sabio, que a su vez repetía una cita de otro: "Nos pasamos la vida preocupándonos de cosas que jamás sucederán". Me puedo aplicar el cuento totalmente. Algo en lo que ya cayó un médico que me auscultó el estómago y le debió parecer oir una cazuela de macarrones hirviendo, porque me dijo que tenía "estómago de persona ansiosa".Así que después de pensar que había metido la pata con el santísimo paper que arrastro desde hace más de tres años y el cual me extraña que no haya aparecido en mis pesadillas y que mis jefes se iban a cabrear un montón y me iban a sentar en la típica reunión cortacabezas, me los encuentro optimistas, relajados y comprensivos, pues es un error solventable y además, hay otros errores tipográficos importantes que igualmente había que solucionar. Incluso en el apartado de agradecimientos se dieron cuenta a última hora que tenían que añadir varios datos más, relativos a la financiación. Eso sí, los errores importantes en la tabla que había tiene bastantes puntos de acabar yendo en una humillante fe de erratas. Una pequeña mancha en la tesis, pero puedo decir que he salido indemne de la pifia pues sólo he recibido un amable "habrá que procurar que no vuelva a pasar", comentado de pasada, y que sin duda es mucho más llevadero que un crítico de rol del ESDLA.
Moraleja: que ya lo dijo el pagafantas resabiado reconvertido a misógino de Nietszche, que lo que no nos mata nos hace más fuertes, y se le olvidó añadir, quizás por obvio, que hay cosas que ni nos mata, ni nos hace más fuertes, ni na' de na'.

23 de junio de 2007

Elogio (indirecto) de la discreción

Mi pereza me sigue impidiendo llevar a cabo el acto prudente de ir siempre por la calle con los auriculares puestos escuchando música a toda pastilla, lo cual me evitaría atender a jubilados aburridos y entrometidos varios. Ahora he retomado "la Cartuja de Parma", típico libro que te hace comprender por qué Stendhal ha pasado a la historia de la literatura universal y Lucía Etxebarría seguramente no lo hará. Pero es que desenrollar los cables y ponerme a rebuscar qué canciones del minidisk no he escuchado ya choporrocientas veces me resulta cansino. Además me impide atender a conversaciones humanas de la gente que no conoce el significado de la palabra discreción y habla de ciertas cosas y con un volumen de voz impropio de una persona educada, al menos en el siglo XIX del planeta Angainor donde vivo yo.

Como el del otro día en el autobús, en el que un humano de los que yo creía que estaban fuera de mi radio social le contaba a un colega, con el que se había encontrado tras muchos años, que también se había divorciado, que ahora estaba con una latina, pero sólo para follar, que iba en bus porque había tenido un accidente con el coche...na, siniestro total al salirse de una curva. Que tenía que comprarse otro coche...cuando le devolvieran el carnet. JUUAAAS. Vamos, que no debió salirse de la curva poara evitar atropellar a un perro. Y el amigo, que ya tenía una edad, comentando cosas similares, entre otras, que a él también le habían retirado el carnet. Y yo que pensaba que eso era muy poco frecuente. Vamos, unos individuos de los que no te hacen extrañar que en las noticias de Antena 3 aparezcan tantos sucesos truculentos. Toda esta conversación casi a grito pelao, claro; estaban en la parte de atrás del autobús y seguro que les oía el conductor.

Otra conversación fue la de una pija de la parada del bus con su yaya (eso sí que lo envidio, no tener una abuela con la que te puedes contar cosas) en la que la explicaba que estaba muy mal en su curro, que la habían cambiado de sitio porque realizaba mal su trabajo, y que en realidad se pensaba que la estaban haciendo la cama. Que era muy estresante creerse constamente evaluada y blablablabla. No es prudente hablar así de sí misma en un sitio donde te puede oir mucha gente, pero me sentí identificada. No porque me pasara como a ella exactamante, si no porque realmente es duro trabajar en un sitio en el que todo el mundo te considera una incompetenete, te tratan de cabeza de turco y te restriegan casa falta, cuando tú te callas los fallos de los demás.

En el apartado de conversaciones femeninas que te hacen preguntarte si no sería mejor iniciar una campaña de esterilización masiva, recuerdo una de ayer, en el comedor de estudiantes. Hay unos sillones donde los grupetes y novietes se sientan y hablan en volumen alto sin reparar que fastidian al resto de comensales. Eran tres amigas con aspecto de buenas estudiantes, típicas licenciadas de provecho, pero de las modernas, o sea, de las que tienen un tatuaje donde la espalda pierde el nombre y de las que si no tienen un piercing es porque no quieren, no porque sean unas rancias. Típicas mujeres con carrera, que representan el futuro de este país, que educarán a los futuros niños de España, con carácter y seguridad en sí mismas. Bueno, seguridad en sí mismas a lo mejor en el fondo no, pero hablaban con un volumen y unas actitudes de chicas superchupis. Porque la mitad de la conversación discurrió sobre las dudas de si estaban enamoradas o no, de si no saber qué hacer con cierto chico que no saben si les gusta o no les gusta, criticar las relaciones de los demás, hablar de tal chica (licencianda como ellas, asumo) a la que sólo le gusta hacerlo sin condón y sin la píldora, con los consabidos sustos, y filosofías sobre lo bueno que es hacerlo sin condón y similares. Después pasaron a comentar, para la interesada audiencia, que una de ellas lloró cuando le vino la regla y otra, en pleno ramalazo feminista, aprovechó ese día para saltarse la clase de educacón física. La que lloró además tenía un problemón personal enorme porque estaba apuntada a natación pero tenía que ponerse bañador. Y claro, había decidido no ir a natación, porque los bañadores son antiestéticos, son más bonitos los bikinis. La depilación también salió a relucir, y con ella la incapacidad de realizar según qué actividades si no tienes bien depiladas las ingles. Y aseveraciones del estilo que demostraban su fuerte personalidad y lo clarito que tenían todo en esta vida, rubricadas con la frase mítica de "es que todos los tíos son tontos, és increíble ver cómo son capaces de hacer cualquier cosa por un par de tetas". Sexo, regla, físico y androfobia: los cuatro elementos clave de una conversación moderna entre chicas de hoy en día. Ahora que lo pienso, esas tres me recuerdan mucho a ciertas conversaciones de mis compañeras marujas. Mujeres con carrera y futuras madres de España.
Así que, o soy masoca, o es cuestión de comprarse un Ipod superligero y tenerlo siempre colgado.

19 de junio de 2007

Tórrido relato de verano

Voy a amenizar este blog con un relato suavemente erótico pero que pese a todo dejará la tensión sexual de las novelas de Almudena Grandes a la altura de la sensualidad que despierta Maria Teresa Campos anunciando Pharmatint. Aprovecho para decir que eso no es meritorio porque la contribución de Almudena Grandes a la literatura española es equivalente a la contribución del doctor Mengele a la medicina: sus propósitos son buenos, pero fallan los métodos elegidos. Os burláreis de mi exagerado desprecio a los juntaletras ibéricos (y en especial a las pseudofeministas neuróticas), pero podéis ver que no soy la única que tras sus cantos de sirena sólo huele a pescado podrido aquí, aquí, aquí y aquí.

El caso es que desde hace unos días, la temperatura circatropical del prelitoral catalán unida a mi obsesión por la intimidad que me compele a dormir con la puerta cerrada, la ventana a cal y canto y la persiana totalmente bajada en un vano intento de evitar oir a los PUTOS PÁJAROS DE LOS COJONES trinando a las seis de la mañana, han conseguido que ya pueda prescindir del pijama y dormir como vine al mundo, sin Chanel número cinco pero con bragas.
Que a este respecto no sé cómo se lo montarán las demás ciudadanas del mundo pero la autora de mis días me echó bronca cuando se enteró de que dormía con bragas, ya que según ella era una fea y antihigiénica costumbre, más que dormir sin ellas (!!!??? reference needed), y que "a ver si me pensaba que mi marido me iba a dejar dormir con bragas" (???!!!). Debo decir que el maromo no me ha puesto pegas, se conoce que porque no nació cansado y no le importa emplear resuello en quitármelas.

El caso es que cierto día de verano estaba yo de la manera descrita, saboreando en un cómodo duermevela los últimos momentos matinales, antes de ofrecer mi sacrificio diario en el altar científico, con mis prodigiosas curvas made in Guadarrama simplemente cubiertas por una veraniega sábana de hilo cuando oigo ruidos abajo de unos hombres cuya visita yo no esperaba y que por lo que me pareció entender, venían a arreglar los radiadores, o a cambiar algo de los radiadores, o yo que sé que narices querían hacer con los jodidos radiadores (las obras en los radiadores hay que hacerlas en verano y las del aire acondicionado en invierno, no lo invidéis, niños).

La cuestión es que ya empiezo a remugar, pero sin afanarme en solucionar mi desnudez, esperando que llegue un momento de silencio para levantarme, vestirme sin que me vean los pelánganos matutinos, desayunar deprisa y salir sin molestarles.

Pero subestimé la velocidad con la que se habían puesto a faenar porque uno de ellos, siguiendo no sé qué razonamiento de que no debía de haber nadie en casa pese a no ser ni las 8 y media de la mañana, abre sin llamar la puerta de mi habitación, se la encuentra a oscuras y pese a todo, y sin encender la luz, empieza manipular el radiador, que está según se entra, a mano derecha.

A todo esto mis redondos senos y nalgas seguían agazapados en la penumbra, cubiertos por la fina capa blanca. Yo, en vez de montar una escenita indignada echándole de allí tapándome las formas con el embozo como sueca ofendida amenazando a Pajares y/o a Esteso, opté por quedarme quieta esperando que el honrado trabajador (que por la silueta que vislumbré de reojo me pareció joven y diferente del modelo de currante de Benito y compañía) no fuera tan cenutrio como para darse cuenta de que allí seguía durmiendo una persona.

Y eso que fingirse la dormida o el dormido no colaba mucho porque entre la relativa claridad que provenía del pasillo y los ruidos de extrañas maniobras radiadoriles en la oscuridad, la cosa estaba para despertarse.

Pero durante un océano de tiempo que no supe calcular, durante unos eones de enorme tensión sexual, el sudoroso profesional compartió alcoba a oscuras con una maciza desnuda. En una película porno el desenlace hubiera sido el esperado, pues estaba todo a punto para el goce, pero como esto pasó en la puta realidad, el final fue también el previsible en estos casos, y es que el tontolaba se debió de dar cuenta por fín de que había un bulto antropormorfo en la cama (y espero que no se transparentara demasiado cuán de antropomorfo era) y cerró la puerta en seguida, seguramente con más vergüenza que la que sentía yo. Después, todo fue levantarse y asearse discretamente para hacer mutis por el foro pasando por delante de aquellos príncipes sin que se notara por mi expresión que había sido yo la bella durmiente.

Y colorín colorado, si queréis empezar una peli porno de esta manera, no olvidéis pagarme el copyright. No es Las edades de Lulú pero espero que al menos os hayáis reído.

16 de junio de 2007

Las flores de las tipuanas caen con el viento, y parece que llueven. Y se me viene a la mente gente deshojando margaritas, preguntándose sobre su futuro.
Una conversación con alguien que comparte tu repulsa hacia la vida dedicada a la investigación académica, aborrecida de los laboratorios y con gustos hacia otras cosas en esta vida. Una persona que disfruta más vendiendo ordenadores por la tarde que cambiando líquidos de un tubo a otro. Insatisfecha pero conformista a un tiempo.
Una persona como esas a las que no le importa quitar del parabrisas de su coche las putas flores de tipuana todos los putos días de la semana, con tal de tenerlo a la sombra.

Eso basta para que vuelvan las dudas sobre a qué dedicaré 8 horas diarias del resto de vida, cuánto me pagarán por hacer algo más o menos productivo para la sociedad.
Lejos de la seguridad hipócrita y poco reflexiva de las compañeras de tesis, abocadas a inmolarse en el altar de la ciencia académica sin rechistar, hay gente a la que le parece bien cobrar un sueldo sencillo por hacer algo sencillo y tener tiempo de comentarme que le encanta ver caer las flores de tipuana. Aunque no sepan que se trata de tipuana.
El suelo está lleno de ellas, se ha vuelto de color calabaza, y parece que ha pasado un
parade de Bollywood. Son todos los pétalos de las margaritas que ha arrancado la gente como yo, ansiosa porque llegue pronto una respuesta a sus múltiples preguntas.

12 de junio de 2007

Estadística (no significativa) de barrio

Calle: Riera Blanca
Hora: 18:00-19:30 h aprox.
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*Pijas fashions: 5
*Abuelos barrigudos con el pinganillo en una oreja y el nieto en la otra mano: 1
*Abuelos barrigudos con el pinganillo en una oreja y sin nieto: 2 (3 si contamos al del nieto que volvía)
*Gente con pinta de saber qué está haciendo con su vida: 15
*Gente hablando por el móvil: 18

*Jubilados con bolsas o carro de la compra: 8
*Inmigrantes que me hayan puesto ojitos: 2

*Jubilados que me hayan puesto ojitos (o me hayan echado una mirada valorativa): 2

*Parejas de amigas contándose las penas o marujeando: 12

*Gente con prisa: 18

*Paseantes de perro: 7

*Gente que parece que se está contando chistes a sí misma y se ríe sola: 2

*Joven motero con
piercings, fumador y con casco a lo Pericles: 1
*Palurdos que hayan pasado dos veces por el mismo sitio: 6

*Jubilados con aspecto deportivo: 3

*Gente que me recuerde a alguien a quien odio: 1

*Niños adorables: 8

*Niños repelentes: 2

*Anoréxicas: 1

*Parejas babosas: 3

*Parejas no babosas: 11

*Parejas de jubilados felices cogiéndose de la mano: 3

*Gente con pinta de ser artistas conceptuales: 1

*Embarazadas o que presumiblemente lo están: 3

*Gente de mi facultad o aledaños: 2

*Parejas de nacionalidad mixta: 2

*Parejas de sordomudos hablando por signos: 1

*Guiris: 5

*Jubilados paseando y haciendo estadísticas de barrio mentales: 3

*Parejas llevando el gato al veterinario: 1

*Señoras de edad vistiendo como si no tuvieran esa edad y dando vergüenza ajena: 1

*Payos haciendo
footing: 1
*Jevis y derivados: 1

*Bicicleteros: 1

*Parejas de jubilados varones arreglando el mundo: 4

*Mancos/minusválidos: 2

*Gente de mala catadura/alcohólicos/obreros con pinta de ser ex-convictos: 9

*Gente que se haya fijado en que me estoy tomando una Judas a las 6 de la tarde (y me hayan echado una ojeada cuasi admirativa a continuación): 1 (el obrero con pinta de ex-convicto).


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Todos los demás son una panda de mediocres, tristes, grises e inclasificables; por eso son mediocres: porque son inclasificables, vil morralla. Así que no están todos los que son, pero son todos los que están, o como se diga.
Gana la gente con prisa y hablando por el movil, y los mediocres. Así es la sociedad.
Y con la Judas y las bravas me ha salido la tarde de relajación y reflexión espiritual por un pico: 7 con 28. No he dejado propina y el camarero me ha mirado mal. Encima me he tenido que llevar la mitad en el táper para no desperdiciarlas. Pero he actualizado el blog. Y espero que el gato se recupere.

11 de junio de 2007

Los futuros madres y padres de España

Candidatos al premio Viña del Señor del mes de junio, en la sección "Miedo me da". Bajadlo via TeliaSonera y escribid el código que os pide. No lo visionéis en el trabajo, y hacedlo lejos de los autores de vuestros díás, la gente que queréis que os respete, y a puerta cerrada. Si tenéis algún problema en la descarga, indagad sobre si alguien puede pasaros el video de "Laviana in the night". Espero vuestras reflexiones.

8 de junio de 2007

Todo depende de uno mismo

El otro día, en vez de irme a escribir la tesis como una niña buena, me quedé enganchada con un reportaje del canal Viajar, más largo de lo deseado y algo soseras, pero del que se pude extraer una moraleja. O mejor dicho, ejemplificar un pensamiento de perogrullo en el que poca gente cae.
Se trataba de una especie de documental casi casero sobre una danesa un poco pa'llá que le da por ir a Afganistán para ayudar a una chica a cumplir su sueño. Así, tan coelhiano como suena.
Veréis. La tal danesa era una chica como de treinta, alta, rubia, gélida, muy nórdica toda ella, que era una apasionada de volar "y de la libertad de los cielos". Lo único que había podido conseguir comprar con el dinero que tenía era una avioneta antediluviana que podía funcionar hasta con gasolina de coche. Ahora, visualizad una mujer piloto danesa en la mente. ¡¡EXACTO!! Así era ella. Siempre vestida con pantalones y monos a lo piloto, todo muy masculino y pilotil. Pues esta moza leyó un día en el periódico una entrevista a una chica afgana, que decía que su gran sueño sería ser la primera mujer piloto de Afganistán, y surcar los cielos. Y en éstas que la danesa dice ¡tate!. Voy a hacer la gran obra de mi vida yendo a Afganistán con mi avioneta para darle una vuelta en ella a la chica y que cumpla su sueño. Así, en plan Madre Teresa de Calcuta, menos mal que existen danesas como ella dispuestas a hacer un enorme bien a la población de los países subdesarrollados.
El novio de la danesa, que era un vikingo ceñudo y con barba, y que no abre la boca en todo el metraje porque hace más de cámara que de otra cosa, piensa que está loca, y decide acompañarla. Así que ya veis a la danesa a los mandos de una avioneta guarrindonga con un maromo autista al lado, cruzando media Europa y parte de Asia para llegar a Afganistán. La mayor parte del documental trata de la odisea diplomática de conseguir los permisos para sobrevolar los espacios aéreos de los distintos países, algunos de ellos en plena guerra o postguerra, ocasión que no pierde la danesa para reivindicar un cielo libre para todo el mundo, incluyendo terroristas y soplapollas que no tienen otra cosa en la que gastarse el dinero. Total, que venga a soltar viruta, semanas y semanas de espera, llamadas desesperadas, súplicas...Todo por llegar a Afganistán con una "misión cultural". Así que se ve a la danesa echándole dos ovarios hasta conseguir los permisos dichosos, convenciendo al sumsumcorda. La cosa se pone divertida cuando empiezan a atravesar países musulmanes y la mujer es recibida en los aeropuertos (en esos países decir "aeropuerto" es un eufemismo) por un séquito de hombres barbudos que la miran alucinados como si fuera Sabrina en plena actuación sacándose la teta, eso sí, sin perderle el respeto. La pobre mujer se tiene que mandar hacer una vestimenta negra para taparse todo el cuerpo, porque está feo eso de pasearse de piloto en busca de gasofa, y la pobre descubre que incluso vistiéndose de saco hay modas porque el modelo que le hicieron era de pueblerina, y las mujeres se reían de ella por la calle. La pareja vikinga demuestra más arrestos todavía atravesando las montañas de la zona, volando a una altitud superior a la que en teoría puede soportar la avioneta, arriesgando su vida. Llegando a Irak, en plena guerra, le deniegan sin remisión los permisos aéreos y deciden atravesar el país a las bravas, sin permiso, fingiendo que la radio no les funciona, y arriesgándose a que los cazas norteamericanos les intercepten (también es un eufemismo). Pero tienen suerte y logran hacerse los longuis y llegar a Afganistán enteros. En Afganistán la danesa se tiene que comprar un burka para ponérselo en algunos momentos, pero pronto llega a la casa de la chica, que es un casa relativamente cómoda y moderna. La chica en cuestión es una estudiante brillante que pretende irse a otro país a estudiar para piloto, porque aunque no ha montado en un avión en su vida, desde que tiene uso de razón quiere ser piloto. Así que la danesa la hace montar en la avioneta guarrindonga y se dan una vueltecilla por esos cielos. La madre, orgullosísima de su hija. La chica se muestra muy emocionada y pilota a tramos, aunque la pobre acaba vomitando de tanto subir y bajar y eso le resta romanticismo a la historia. El caso es que la danesa no se para ahí si no que se pone en contacto con los militares afganos, pues resulta que hay dos mujeres piloto hermanas en el ejército de Afganistán (de hecho ya ha habido otras mujeres piloto antes), muy del estilo "soy militar, llevo pañuelo y me pinto la raya del ojo", que también acceden en concertar un encuentro con la chica y montarla en sus aviones. Pero la danesa, las hermanas piloto y los altos mandos militares reciben un plantón de órdago porque esperan durante mucho tiempo a que se presente la chica, y la chica no se presenta. ¿Qué ha sucedido? Pues muy sencillo: el tío de la chica había venido de visita y ella, a pesar de no ser la cocinera oficial de la casa, se había tenido que quedar a hacerle la comida, y además, el tío le había dicho que no le gustaba que se fuera con los pilotos esos. Y por eso no había ido a la cita y les había dado plantón.
Y ahí acaba la historia; en como una chica brillante que supuestamente se ve capaz de abandonar a su familia para irse a estudiar lejos, no puede acudir a la cita de sus sueños por no darle un disgusto a su tío.
Al final la danesa, cumplida su misión humanitaria del copón, decide no volver a arriesgarse con los norteamericanos y mete la avioneta en un avión de carga para volverse a su casita, no sin comentar que, pese a todo, ella envidia lo unida que está la familia de la chica, no como ella, que es una solitaria que surca los cielos.
Y colorín colorado, nos quedamos sin saber si la chica cumple su sueño o no, aunque yo apostaría que no, porque a la chica se la veía que era una empanada de órdago que a la hora de la verdad no iba a tener hígados sufiecientes para defender su plan de vida frente a las opiniones contrarias de ciertos miembros de su familia.
Y en eso consiste todo:no hay liberación de la mujer si esta no es íntima, interna, si la mujer no tiene la suficiente seguridad en sí misma como para enfrentarse a los que la critiquen, la cohiban, la constriñan o la desprecien. El precio a veces es la soledad, pero una persona debe vivir su vida y saber realizar sus deseos. Puede tratarse de conseguir un trabajo de hombres en un país machista, o puede ser ir por el mundo prescindiendo de preocupaciones como los tacones o las mechas. La auténtica libración de la mujer es aquella en la que la mujer realiza sus deseos sabiendo que está en su derecho, y tiene las riendas de su propia vida, que ella ha elegido, sin seguir doctrinas de nadie, de ningún sexo. Esto no lo enseña nadie ni te lo da nadie: es algo que cada uno debe conseguir.
No tiene nada que ver con lo que dejan entrever imbécilas como la
Chapi Escarlata del 20minutos, que parecen insinuar que una mujer liberada es aquella que ha conseguido que su vida sea totalmente sexo-centrista, es decir, que basan su éxito vital en acostarse con muchos hombres distintos, vivir la sexualidad de forma irresponsable (no me refiero a no usar condón, si no a prescindir de toda atadura ética o moral), hablar mucho de sexo con las amigas para que noten que son superliberadas de la hostia, criticar a los hombres, ningunear la visión masculina de la sexualidad y tenerle pánico al matrimonio convencional y a la maternidad, que es una cosa súper pasada de moda que causa estrías, te deja el chichi flojo y encima, hace que folles menos con el costillo, a la que sólo recurren las mujeres anticuadas que quieren desperdiciar su vida. Y mientras esos catálogos de ropa cara que se hacen llamar revistas femeninas y que tienen que regalar cremas y bolsos para que las mujeres aburridas las compren, y que hacen que las adeptas vivan en una adolescencia permanente donde lo único que importa es estar super mona, gustarle a los tíos y ser la más chachiguay de la oficina, mientras gilipollas del mundo entero se deprimen porque tener pareja implica discutir sobre quién friega los platos, porque los obreros no les sueltan tonterías a los 50 o porque al tener hijos les queda poco tiempo para follar, Isidre Esteve, paralítico, anima a todo el mundo diciendo que él está feliz, ansioso por empezar su nueva vida y que si no monta en moto, ya montará en otro cacharro que pueda manejar. Isidre Esteve está liberado, y ojalá fuera mujer. Con fuerza de voluntad, animosidad, sabiendo que la vida no es color de rosa, dándole importancia lo que realmente lo tiene y no tropezando con zarandajas. Hay demasiadas mujeres modelos pero muy pocas mujeres modelo. Quizás es que se preocupan mucho de su exterior y muy poco de su interior.