16 de junio de 2007

Las flores de las tipuanas caen con el viento, y parece que llueven. Y se me viene a la mente gente deshojando margaritas, preguntándose sobre su futuro.
Una conversación con alguien que comparte tu repulsa hacia la vida dedicada a la investigación académica, aborrecida de los laboratorios y con gustos hacia otras cosas en esta vida. Una persona que disfruta más vendiendo ordenadores por la tarde que cambiando líquidos de un tubo a otro. Insatisfecha pero conformista a un tiempo.
Una persona como esas a las que no le importa quitar del parabrisas de su coche las putas flores de tipuana todos los putos días de la semana, con tal de tenerlo a la sombra.

Eso basta para que vuelvan las dudas sobre a qué dedicaré 8 horas diarias del resto de vida, cuánto me pagarán por hacer algo más o menos productivo para la sociedad.
Lejos de la seguridad hipócrita y poco reflexiva de las compañeras de tesis, abocadas a inmolarse en el altar de la ciencia académica sin rechistar, hay gente a la que le parece bien cobrar un sueldo sencillo por hacer algo sencillo y tener tiempo de comentarme que le encanta ver caer las flores de tipuana. Aunque no sepan que se trata de tipuana.
El suelo está lleno de ellas, se ha vuelto de color calabaza, y parece que ha pasado un
parade de Bollywood. Son todos los pétalos de las margaritas que ha arrancado la gente como yo, ansiosa porque llegue pronto una respuesta a sus múltiples preguntas.

2 comentarios:

  1. Siempre está la opción de cargarse la tipuana con el coche, y que planten un platanero, que tiene alguna utilidad, la de dejarte la nariz como un pimiento. Muchos ánimos con tu futuro, estoy segura que hagas lo que hagas lo harás bien... ah y eso sí, la decisión la tomas tú solita, aunque supongo que este consejillo no lo necesitas.
    Suerte! :D

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  2. Sea lo que sea lo que decidas, sabes que tendrás nuestro apoyo ;)

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