Sabéis que no puedo resistirme a criticar lo que otros ensalzan con furor cuando me parece una soberana tontería. Pero yo no tengo la culpa de que me lo pongan a huevo. El emperador más desnudo con el que me he topado últimamente es el primer libro de la pretenciosa trilogía Millenium, de Stieg Larsson, "Los hombres que no amaban a las mujeres", que tuve la debilidad de comprar a pesar de que no me acababa de dar buen pálpito.
Pero entendedlo.
Sexta edición del primer libro, y subiendo.
El segundo libro, recién sacadito a la venta, por el mismo camino.
Todo el mundo hablando de una trilogía de culto.
Fenómeno editorial sin parangón en Suecia, incluso armando rutas turísticas por los lugares y edificios descritos en el libro.
En Francia, publicitada como novela de la década.
Se dejó primero que se cuajara el boca-oreja entre los libreros para que llegara al gran público gracias a las excelentes críticas.
Personajes publicitados como inolvidables.
La trama, descrita como una obra maestra del ingenio, y que además tiene un gran contenido social (incluso he llegado a oir que en el fondo es una denuncia feminista al maltrato sistemático que las mujeres reciben por parte de los varones, incluso en los países nórdicos).
Vamos, que como casi siempre que la crítica ensalza unánimemente una novela, tenía trazas de bluff y debía comprobarlo personalmente.
Así que en los trayectos de metro de este ultimo mes de diciembre me he tragado las casi 700 páginas de este soporífero bocadillo de intrigas financieras, investigaciones periodísticas y psicopatía, que no deja de ser un best-seller del montón escrito de una manera bastante fría y sin que tenga motivos, ni por asomo, de ser considerado mejor que otras tantas novelas de intriga que se publican.
De hecho me ofende que por ejemplo, muchos letraheridos critiquen las novelillas del Reverte y ensalcen a Larsson, cuando su novela no es mucho más original que las de Reverte, su prosa desde luego no es mejor y encima su trama y personajes son tan fríos como sólo puede conseguir un sueco. Reverte no hace en sentido estricto novel negra, pero por ejemplo su patética "La piel del tambor" podría estar perfectamente firmada por Larsson, que ha tenido la suerte de morir joven para poder alimentar su mito.
Las perversiones de la novela no sorprenden desde que tenemos noticias de individuos como el monstruo de Amstetten, el protagonista masculino es un poco rancio, la protagonista femenina es tan freak que no es representativa del universo femenino en absoluto y es imposible sentirse identificada con ella, la clave de la investigación es previsible y el final está mas visto que el tebeo. Mi madre también se leyó el libro en 5 días y coincide en que no deja de ser el típico libro que sigue una plantilla predeterminada: intriga + toques sexuales + temática actual, escrito por un churrero. La novela se hace pelín larga y hay bajones en el ritmo: durante buena parte del libro no se avanza en la intriga para luego solucionarse todo rápidamente. Además, tras el clímax quedan aún un buen puñado de páginas para resolver la trama de fraude empresarial, que es como volver a comer gachas tras el arroz con bogavante: se te corta el rollo totalmente. No observo tampoco ninguna reivindicación feminista salvo la ya consabida "hay mucho psicópata suelto por ahí haciéndole pupita a jovencitas", que es algo que ya sabe cualquiera que mire los telediarios.
Vamos, que es el típico best-seller fácil de leer y que engancha, pero no más que el 80% de lo que se vende. Yo desde luego no voy a continuar leyéndome la trilogía porque me la suda de forma olímpica lo que le siga sucediendo a los dos personajes principales. Seguro que dentro del género de la novela negra hay tramas mil veces mejores.
En definitiva, que si libros así pasan por obras maestras de la literatura contemporánea y novelas que marcan una época, me dedico a hacer ganchillo y animales de abalorios. Dejo la lectura, no me jodas. No os gastéis el dinero en este libro, es un bluff, y menos cuando anda el Saramago todavía por ahí suelto.
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