14 de mayo de 2006

Primero fueron los metrosexuales: hombres muy preocupados por su aspecto físico, que gastaban mucho dinero en potingues, seguían escrupulosamente los dictámenes de la moda y a los que sólo la heterosexualidad protegía de la pluma. Urbanitas y conscientes de su lado “femenino”.

Pero como ya decían los clásicos aquello del “in medio virtus”, pronto aparecieron los übersexuales: un tipo de hombre a medio camino entre el metrosexual y el gañán ibérico, con el toque justo de sensibilidad, vanidoso y de aspecto maduro. Un dandi que no pierde su masculinidad.

Pero no me ha llegado noticia de que alguien barrunte alguna desviación en el comportamiento que se supone de una hembra. Es decir, de lo expuesto anteriormente se colige que un hombre se escora hacia su lado femenino cuando se preocupa mucho por su aspecto físico y sigue los dictámenes de la moda. Es decir, que el núcleo de la feminidad ya no está en el clítoris, ni en el útero, ni en el hipocampo, si no en lo mucho que brille el pajarito de la VISA.

Para compensar semejante discriminación y vindicar que entre el género femenino también existe diversidad propongo un nuevo arquetipo sexual para las mujeres: las normosexuales (a falta de denominación mejor). En un alarde de atrevimiento las considero más “normales” y equilibradas que las fashion victims. Un perfil de mujer que aún no se sabe si está condenado a desaparecer o prosperará en el futuro (va a ser que no) y cuya filosofía de vida puede resumirse en los siguientes puntos:

*Se consideran femeninas porque son mujeres. La feminidad no es una meta, es algo que ya poseen, por lo tanto no creen que haya que realizar ningún esfuerzo en conseguirla ni mantenerla, y tampoco en hacer que los demás la admiren. Y desde luego no tiene nada que ver con los tacones.

*Las irrita que por no llevar ropa fashion las llamen camioneras, las crean poco maduras para su edad o sospechen de su inclinación sexual.

*Sólo compran revistas “de mujeres” muy de tanto en tanto, y cuando regalan algo que les interesa. Por ejemplo, un neceser o un paraguas: por 2,50 o 3 euros no se puede pedir más. Luego hojean la revista, miran al cielo y la tiran.

*Con frecuencia sienten que los publicistas ignoran su existencia.

*Se las llevan los demonios cuando en algún suplemento de moda pretenden hacerlas creer que no es desproporcionado gastarse 300 euros en unos zapatos o un bolso.

*Su presupuesto anual para actividades culturales es notablemente superior al presupuesto para peluquería. Ser morenas no les supone un inconveniente. Hacerse mechas no es prioritario.

*Consideran que los precios que piden por los productos de belleza son una obscenidad, sobretodo teniendo en cuenta que son auténticos timos.

*Se les cae la gotita por la sien cuando ven a alguna conocida, de esas que consideran ir al gimnasio una obligación moral, llamando al ascensor para subir un piso.

*No se sienten culpables por ponerse falda corta aunque tengan los muslos gruesos.

*Jamás suscribirían la frase “para estar bella hay que sufrir”. En cambio tienen observado que por mucho que se vistan con arreos de caballo, las hay que siguen siendo unas auténticas mulas.

*Están seguras de que el hombre de su vida no las verá menos deseables por verlas con un jersey usado, las ingles a medio depilar y despeinadas después de un día de trabajo.

*Sienten que no encajan demasiado entre la fauna que compra en el Oysho y el Women’s secret.

*No se retocan el maquillaje dos veces cada hora.

*Si hay que sentarse en la hierba con falda blanca, se hace. Si se rompen las medias, pues se rompen.

*Se aburren, se irritan, se enfadan, se cabrean, se molestan, se ofuscan, se incomodan, se impacientan, se indignan, cuando se ven atrapadas en una conversación sobre zapatos, trapitos y esteticienes que dure más de 10 minutos.

*Las conversaciones sobre lo cabrones que son todos los hombres y lo bueno que está ese tío tampoco suscitan su interés.

*Creen que la moda es el estilo de los que no tienen estilo y van con las pintas que a les apetece independientemente de la tendencia del momento.

*Cuando llega el verano no caen en una espiral de dietas y lamentaciones sobre lo mal que les queda el bikini del año pasado.

*Cuando comen chocolate no se les suele pasar por la cabeza ningún pensamiento acerca de las calorías y la celulitis.

*La decoración de su casa no las estresa. Son capaces de vivir en una casa sin cortinas durante prolongados espacios de tiempo.

*No se molestan en conquistar a un hombre al que sólo le gusten las chicas-maniquís.

Y sobretodo, una true normosexual cree sinceramente en estos preceptos, no como esas pseudopijas que dicen que no son superficiales pero que luego manchan las bragas cuando pasan delante del escaparate del Berschka.

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