Y los ciclos se cierran

¿Os acordáis de mis pobres muchachos, que pese a una prometedora carrera, fenecieron? En aquella ocasión los quise dejar enterrados porque tengo más moral que el alcoyano. Pues bien, después de pasar el invierno durmiendo el sueño de los justos, unos cuantos veteranos de aquella antigua guerra volvieron a despuntar, demostrando que la Vida tiene más insistencia que el Mundo defendiendo la teoría de la conspiración. Lo malo es que tirar adelante en esta vida es más difícil que encontrar piso barato en la capital y en cuanto llegó el calor empezaron a agostarse. ¿Resistirán? ¿No resistirán? ¿Seguirán intentándolo, año tras año?¿Veré mi tulipán negro antes de que Britney Spears comprenda que no es malo llevar bragas? Ya lo iremos viendo. Las que también vuelven a intentarlo son las urraquillas de las que también hablé el agosto pasado. No sé si es la misma pareja que la otra vez, viniendo a demostrar que si la pareja funciona, para qué vamos a irla cambiando, o son otros arrejuntaos que han aprovechado que ya estaba el chinguito construído para aposentarse. Me paso el día contemplando sus idas y venidas, pero no puedo informar de nada más, de si están incubando o alimentando polluelos, hasta que vea a los novatillos emprender el vuelo. Lástima que no pueda hacer mejor seguimiento, porque ya me sentía responsable de anunciar la buena nueva a un alma ilusionada que me lo había pedido. No va a poder ser. La papilla espesa de círculos amicísimos, chistes privados, repelencias de loba alfa y glucosa envenada, se me ha acabado de atragantar después de un diálogo de besugos en plan "¿Adónde vas? Manzanas traigo" digno de los comentarios del 20minutos. Así que me abro porque ya estoy muy mayor como para ir haciéndome hueco en camarillas petardas. Pero lo iré comentando por aquí porque me gusta cumplir lo prometido.
Otras que están hormonadas son las cotorras. No, no mis compañeras de curro, las cotorras que vuelan. Se han adueñado del abeto anexo al pino de las cotorras y también andaban trajinando un nido, transportando ramitas tres veces más largas de ellas y toda la pesca. Pero a esas, afortunadamente, se las ve (y se las oye) menos: salvo las ramitas que sobresalen del pisito que se han montado, parece como si no estuvieran.
Otro apartamento que se han montado vete tú a saber qué pajarracos está en la buganvilla de mi jardín, casi al alcance de la mano, que ya se ve que la cosa está muy chunga para encontrar suelo libre y se pilla uno lo que sea. Pero para mí que están especulando y lo van a tener vacío, aumentando la burbuja inmobiliaria. Y en los Berrocales urbanizando, así que sigo a la espera de poder aposentar allí mi lindo plumaje. Qué lentos que van algunos ciclos de la vida.