Juré hace años que nunca más me gastaría dinero en un móvil y lo he cumplido. El juramento nació cuando quise pasarme de Telefónica a Vodafone porque me salía más a cuenta y los deTelefónica me respondieron con una contraoferta. Desde ese momento vi el cielo abierto y decidí que era de pringaos y de enfermos adictos a la tecnología lo de comprarse móviles nuevos a menudo, si las propias compañías se encargan de irte renovando el terminal en un plazo prudencial. Eso, y heredar los móviles viejos del Maromo, que pese a que estén destrozados por fuera de tanto uso suelen ser más modernos que el mío anterior.
Ahora, gracias a una llamada inesperada, he dado el salto tecnológico definitivo y me llevo por la patilla un LG KU990 Viewty con pantalla táctil de esas que tienes que andar con el dedo resbalando como un gato corriendo sobre mármol, mucho mejor que el Motorola con la pantalla rajada que tenía antes.
"Por su buen comportamiento, doña XXX" que me dice el jodío panchito. Lo que no dice el jodío panchito, claro está, pero que a mí no me importa, es que el terminal sólo funciona con tarjeta sim de Vodafone y que tienes que firmar 18 meses de permanencia extras: simples detalles que a mucha gente le harían rechazar la oferta, porque en este perro mundo la gente está dispuesta a hipotecarse 30 años pero cuando se trata de permanecer con la misma compañía de telecomunicaciones un añito más se le cierra el ojete y arruga el morrito y va de independiente por la vida. Pero a mí no me importa porque la fidelidad se ve recompensada, e igualmente gasto menos en teléfono que Belén Esteban en libros de protocolo.
Otra cucada es que te regalan dos meses gratis de tarifa plana de internet pero tras esos dos meses tienes que estar tú pendiente de darte de baja antes de que te cobren los 12 euros al mes siguiente, los muy tunantes.
En fin, un trato al cliente diferente al que recibo de otros lados, como de las chonis maqueadas que no valen para estudiar y se meter a doblar ropa en el Berschka, donde parece que te perdonan la vida cuando te cobran o descambias algo y te miran con asco (en El Corte Inglés, las metía yo a aprender disciplina...inglesa) o los pedorros del H&M, que me cobraron dos veces una camiseta (no tengo por qué mentir y tomarme molestias por 5 euros) y en vez de decirme claramente que no lo cambian me dan largas y me dicen que ya mirarán la cámaras de grabación de la caja. Una manera como otra cualquiera de tenerme esperando en vez de montarles un pollo y pedirles la hoja de reclamaciones allí mismo. En fin, que abusan de nosotros como quieren.
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