Oprobioso momento el vivido hoy en el Depar con motivo de la despedida de una estudiante erasmus que ha estado colaborando con el grupo de las marujillas. A su lado, mis lamentos por haberme gastado 94 euros en una opípara comida castellana no suenan tan miserables.
Es costumbre de nuestro grupo que en casos de despedida vayamos a algún restaurante las 12 o 13 personas que somos, incluídos los jefes, para hacer una comida o una cena y darle al ojomeneado un regalito. Un par de veces fuimos a un restaurante cercano que era del agrado del jefe pero la relación calidad-precio del menú de mediodía era discutible y se cambió la tradición para ir a un simple Ginos. Lo que pasa es que está más alejado y entre retrasos, esperas, platos y sobre mesas volvíamos al curro a las 4, y aquí el grupo de las marujas, que es muy europeo en lo que les interesa, tiene costumbre de marcharse a casa bien prontito.
Total que llegado el momento de despedir a la erasmus en cuestión y no se les ocurre a las espléndidas marujillas otra cosa que celebrar la despedida…en el bar de la facultad de al lado, en plan bocata o menú estudiantil guarrero de macarrones+croquetas, 6 euros. Ante las quejas del grupo no-marujil, alegaron que lo hacían para no acabar tan tarde la sobremesa y así no perder tanto de la tarde, que ya se sabe que todas tienen importantísimas cosas de las que ocuparse en su casa, a diferencia de los demás, que nos tocamos los huevos. Y rechazaron también la sugerencia de hacer un pica-pica por la suprema complicación que supone organizar que cada uno trajera una cosa con dos días de diferencia.
Así que no se hable más: todos a comer de menú al bar de la facultad, si es que encontramos sitio para tanta gente. Un cutrerío que no hace justicia a la pobre erasmus, que se merecía un poco más de molestias. ¿Y qué puedo contar? De milagro hemos encontrado mesa para todos. Encima ha habido discusiones porque en teoría no podían juntarse tres mesas juntas y no cabíamos, hasta que la marujilla máxima ha desobedecido al camarero y ha juntado las mesas ilegalmente (no nos han dicho nada). Aún así, dos personas (una de ellas yo) hemos tenido que ponernos en las cabeceras, y con las bandejas hemos estado bastante estrechos. En su estilo quejoso, repelente, tiquismiquis y remilgado, las marujillas se han quejado de la cantidad de comida que daban con el menú (aunque yo creo que secretamente les dolía gastarse los 5,90 euros que costaba), pero se han tenido que conformar porque los platos combinados eran poco atrayentes y poco más baratos.
En fín, que después de escaso glamur, alguna discusión, las incompatibilidades conversacionales de siempre y muchos comentarios y puyas malintencionadas acerca del cutrerío imperante, se ha celebrado la despedida, que ha acabado tan tarde como si hubiéramos ido al Ginos y que ha tenido como colofón un brindis con cava prehistórico que quedaba oculto en la nevera del Depar y que se ha servido en vasitos de dentista y la entrega de cutre-regalos comprados por las marujillas previo sangrado de los compañeros: una maravillosa taza, un fantástico y extraordinario libro de cocina en catalán que la erasmus no entiende (no podía faltar un libro de cocina, las marujillas no saben regalar otra cosa) y la promesa de que habría más regalos cuando la que los tiene se digne a presentarse, porque está enferma (¿tifus? ¿disentería? No, una gripilla.).
Así que bueno, me alegro de ver que las hay aún más ruines que yo y que la crítica hacia el cutrerío de las marujillas ha sido casi unánime. Después se van de vacaciones a China, Cuba...Vaya tías miserias.
Probablemente, el único blog escrito por una mujer que jamás hablará de zapatos.
31 de enero de 2007
Las hay más miserables que yo
29 de enero de 2007
Goyas feos (o así nos luce el pelo)
Esos actores que son capaces de salir en bolas en pantalla delante de toaspaña y luego se trabucan y tiemblan como hojas cuando se ponen detrás de un atril a decir cuatro frases.
Esos actores que se aprenden un guión pero después sacan un papelajo doblao para leer sus agradecimientos.
Esos presentadores de premios que no aciertan con la sintaxis ni la gramática ni pa'trás y sueltan un "y los nominados al premio a mejor actor protagonista va para"...
Esa falta de vocabulario y bagaje cultural de nuestras figuras, que no pasan del "esto es súper fuerte", ""me alegro un montón", "estoy mazo feliz".
Ese discurso de la pobre diabla a la que le ha tocado ser presidenta de la academia, explicándonos sus anécdotas de infancia en una cueva prehistórica. Y se nota que el 90% de los asistentes no tiene estudios superiores por su manifiesta incapacidad de escuchar un discurso medianamente intelectual que dure más de 20 minutos con un mínimo de atención. Sólo faltaba ver bolitas de papel volando por la sala.
Esa falta de saber estar de los asistentes, que no sabían componer el gesto y a los que sólo les faltaba meterse el dedo en la nariz (y esos realizadores, que encima les enfocaban).
Esas horteradas de grabar la ceremonia y demás soplagaiteces de novato perroflauta (va por Bebe, que tiene pinta de no poder aprobar ni primero de la ESO).
Esos modelitos horteras e inapropiados, sin ningún gusto, que parecen aconsejados por los peores enemigos (la combinación botines de puta y vestidito de comunión de la actriz revelación es de los que marcan época).
En definitiva, que no me extraña que el cine español vaya tan mal, porque en menudas manos estamos.
20 de enero de 2007
Ni qué decir tiene que no me interesan los detalles románticos del flechazo, que esta lucha entre el sistema límbico y el córtex prefrontal ya me sé yo cómo acaban, si no el morbo de conocer las razones y las miserias que debió aguantar la pobre mujer antes de darse cuenta de que estaba más guapa en otro lado y de que su amiga repelente- consejera tenía razón.
Para empezar, el guerrero ese, mucho musculito y bien fornido que estaba pero de prolegómenos, seguro que nada. Porque aquello debía ser un pim pam pum. Así que de qué le sirve tenerla larga. Y claro, ahí se queda una satisfacción remanente que la pobre mujer seguro que tuvo que sudar tinta para que el maromo se lo currara un poco más. El caso es que el guerrero parece ser que fue bastante moldeable dentro de lo que cabe, tolerante, y se adaptó de buen grado a esas enseñanzas.
Enseñanzas que por lo visto disfrutaron otras, porque aunque no se vea en la película, en la historia real el guerrero se beneficiaba a otras del poblado, y quieras o no eso hace pupita en la mentalidad occidental.
Luego están las guarreridas. Esas casuchas con falta de higiene. Ese limpiarse el culo con un canto rodao. Esos churrepeteaos a las cabras que se están desangrando. Y porque no era española, que si no la pobre mujer estaría soñando con el jamón.
Y la suegra y las cuñadas para qué contar. Aquí mandamos nosotras, tía pálida, a ver qué nos vas a decir. Un infierno.
Y cómo no, esas hermosas tradiciones de destrozarte el chichi para que la gente no murmure. Que no sé si amenazaban con ello a la mujer o a la hija que tuvo con el guerrero.
Total, que sí, que tras la crisis "de los cuatro años" (putas hormonas), lo mejor es pirarse a la decadente civilización occidental, donde se te pasan los disgustos comprando un Häagen-Dazs de medio litro en el súper de la esquina.
Y el caso es que la tía ha declarado que no se arrepiente de nada de lo vivido y que mantiene una relación cordial con su familia africana. Eso es buen rollismo y lo demás son tonterías.
Así que tengo curiosidad para ver si me entero de detalles más escabrosos de la historia. Sexo no debe de haber mucho en la película pero no creo que la cosa se limitara a la ablación y los chupeteaos de sangre de cabra. Que por ver al maromo pegar saltos muy altos no se divorcia una. Y por Dios, qué malo está este gofre congelado que ha comprado mi madre. Puag.
19 de enero de 2007
Rodeada de famosos en la UB
¿Os habéis fijado en el bailarín rellenito de la barba espesa? ¡¡¡Está en el departamento de Genética de la UB y es famoso en toda la Facultad!!! No es sólo que su físico de osito no pase desapercibido, es que tendríais que ver su manera de caminar: parece una supermodelo, es la persona más femenina que conozco. Camina con la cabeza bien alta, ondulando los brazos, etéreo, divino, distinguido...Y habla de manera similar...¡Qué friki! A ver si triunfa en Bollywood...Juaaas.
Pero eso no es todo. Atención a los estremecedores documentos gráficos de unos impresentables doctorandos del departamento de Fisiología, que ofrecen una loca pero sesgada imagen de la vida de los becarios de investigación. Atención también a la hora a la que ocurre todo (Almogàvers only).
Pasándose por el forro varias de las normas más básicas de un laboratorio (no comer, no beber, no saltar, no jugar...) son también caras conocidas de la facultad. En qué manos estamos. En subvencionar a gente como esta se va el dinero del I+D. ¡Pero lo más terrorífico es que ha despertado la envidia en mi laboratorio y estamos empezando a hacer brainstorming para decidir de qué grabamos un vídeo que nos catapulte a la fama! Qué ffffffuerte qué fuerte...
15 de enero de 2007
¡¡Despotrique, despotrique!! (sobre la Luci, claro)
Yo ya tenía mala opinión de lo que escribe esta mujer pero lo que leí la tarde del domingo ya me acabó de situar. Porque supuestamente tenía que estar leyendo una novela y nada de lo que atravesó mis pupilas me pareció diferente a las paranoias pseudo-filosóficas que te puedas encontrar en cualquier blog guarrero de los que encuentras cuando te aburres por la red una tarde de domingo y te llevas a la retina cualquier cosa. Desde las neurosis de lesbianas en celo con necesidad de autoafirmación, hasta reflexiones políticas ibéricas, pasando por los geniales reportajes casposos de Viruete, frikadas de gente ociosa, treintañeros en crisis constantes, críticas de cine y libros, pensamientos de adorables ancianitas, profesores, etc.
La gente cuenta intimidades con absoluta indiferencia hacia el hecho de que eso lo pueda estar leyendo su padre, su madre, su hermano, sus amigos, su ex y lo que caiga, y creo que en general, cualquier blog tiene un suficiente grado de interés morboso y calidad. Pero ninguno se hace pasar por novela.
Es por eso que esa recopicaciones etxebarrierescas de neurosis y paranoias desordenadas y mal hilvanadas, frecuentemente escritas en primera persona, con frases caóticas y nula gracia literaria, en la que se mezclan las experiencias autobiográficas con las ficciones que disimulan las experiencias autobiográficas y las disertaciones neuro-progres-pseudofeministas sobre la mujer, el sexo opuesto y la vida en general, me produjeron una sensación de dejà vu. O mejor dicho, de “esto yo ya lo he leído y hay 400.000 personas en España que lo escribirían mejor”.
Imaginaos que yo, dentro de unos años, cuando haya escrito bastantes más entradas (sé que no tengo buen ritmo pero es que no quiero crearme más presión, además mis entradas son muy largas, eeeehhhh FallenAngel?), me pongo a novelar el contenido de este blog, sin diferenciar el interés que puedan suscitar mis reflexiones sobre la madurez extraídas del relato de la Radical Woman, con la sensualidad de los músculos del Capitán Cuerno, mis disgustos con mis compañeras, la crisis parejil de los 90 euros gastados en filetes de buey, y los grandes traumas de mi vida (que es una sección nueva que cuando tenga ganas pondré a preparar). Pero para que nadie se piense que es una novela autobiográfica, que siempre queda un poco feo, cambiare algunos datos, y en vez de enfrentarme a un abuelo charlatán en el parque, será un paquistaní yoncarra que quiere violarme. ¿Qué quedaría? Pues un relato la mar de confuso, incoherente, en el que no se sabe exactamente a dónde quiero llegar, donde mezclo churras con merinas, hago escaso uso de la imaginación y que, salvo que tengas la suerte de sentirte identificado con mis experiencias, te parecerá lo más anodino que te hayas echado a la cara. Eso sin contar con que mis tribulaciones como becaria predoctoral dan para un género literario completo. Así que mejor inspirarse vagamente en la vida real sólo para relatos cortos (véase el Jevi Cejijunto o incluso el bistek de ternera).
Pero yo no me da por ahí porque no creo, ni tengo necesidad de hacer ver, que mis experiencias merezcan ser publicadas con letra gorda y me dedique a ello profesionalmente.
Pero es frecuente en algunas personas pensar que lo que han vivido y cuentan tiene interés para los demás. Esa impresión me da la Luci. Además parece que tiene tendencia a pensar que si no la han llamado para formar parte de la RAE es porque tiene vagina, en vez de porque es una jodida juntaletras que confunde los diarios redactados con la literatura y que aporta menos al desarrollo de la lengua española que mi abuela, que pensaba que un “zalacatil” era un medicamento contra el dolor de cabeza.
Por eso creo que piensa esta chica que sus problemas aireados en toda entrevista, asfixiada por una familia chapada a la antigua, el machismo pseudo-religioso, su madre castradora, los complejos físicos, la envidia de las hermanas guapas, la deriva de las relaciones sentimentales, los coqueteos con las drogas de evasión, los viajes a Edimburgo y Londres y 4 lecturas pseudofeminazis y victimistas (del palo “nosotras aquí pariendo y los hombres leyendo el periodico”) te convierten en un espejo de la modernidad y en una heroína moderna. Que ya sólo le falta haber descubierto el sexo en la postguerra para convertirse en el icono máximo de las letras españolas.
En los libros no encuentro originalidad , imaginación o madurez, sólo encuentro neurosis, complejos, esfuerzos por resultar feminista y políticamente correcta (ya se sabe, esas feministas que no se depilan los sobacos para enfrentarse al falocentrismo patriarcal pero después les chorrean las bragas viendo Pretty Woman), a las que escuchar The Cure les supone el máximo de modernidad cultural y que no pueden morir sin decir que has visitado el Soho.
UMEE, es una muestra desvergonzada de cómo unas pinceladas de ficción disimulan los detalles autobiográficos: una mujer con una vida sentimental pasada más rellena que el expediente policial de O. J. Simpson, su preferencia hacia el parto natural, los errores que llevan al fracaso de la lactancia, las referencias hacia el método Estevill (Luci, cojona, que no te enteras de que es ESTIVILL) y el método González (EHHHHHHHH), se mezclan con los ajustes de cuentas familiares, el feminismo incongruente de nosotras parimos, nosotras decidimos pero suspiro aliviada cuando me entran los pantalones de antes del embarazo. Escrito de forma densa, incongruente, del palo: iba yo un día por la calle y en estas que me acuerdo de mi tía Olivita la del pueblo (que era la que me criticaba por llevar las uñas negras), pero como dice mi amiga Juana, que ya se sabe que los hombres, blablablabla.. Vamos, UN PUTO BLOG. La blog, como le gusta decir a esa mema, en vez de decir la bitácora, que sería un femenino más sencillo y correcto (si quiere entrar en la RAE que se lo curre un pelín, cojorbas).
Encima tiene la soberbia de decir que por culpa de que el 90% de los libros están escritos por hombres, no hay literatura sobre el embarazo y el parto, y sí en cambio sobre el sexo, la muerte, la adolescencia y otras fases de la vida. Vamos, otra de la que debe pirrarse por las Nieblas de Avalon. ¡¡Dios mío que alguien quite a esta mujer el teclado de delante porque es capaz de ponerse a escribir todas las obras sobre el embarazo y el parto que ella considere que deberían estar escritas hasta ahora!! Encima despreciando la temática elegida por las novelistas a lo largo de la historia, como si tus circunstancias fisiológicas tuvieran que determinar el argumento de tus novelas. Imaginaos docenas de novelas tratando el asunto desde la misma perspectiva filosófica de esta elementa, en formato de queja ginecológica neurótica en plan “lo de las náuseas es un rollazo”, “me duele todo, quiero sentarme”, “hay que fastidiarse como llora el puto niño”, “tengo que llamar a una niñera para poder irme a la disco”, “estoy gorda y fea y no podré ligar a mi gusto”…¡¡SOCORROOOOOOOOOOOOOO!! Menos mal que a los hombres no les ha dado tampoco escribir en detalle sobre el pavor a los problemas de próstata, las conveniencias de la circuncisión y las profundas cicatrices psicológicas que deja el primer gatillazo, sin mencionar el furor prostático inexplicable hacia las novedades tecnológicas, que también es un tema muy poco explotado en la literatura.
No faltan chapucerías pseudocientíficas que salpican la novela, propias de chica muy puesta en las nuevas tecnologías que le sabe dar caña al Google, con referencias a la oxitocina y a las explicaciones pseudoantropológicas de los comportamientos maternales. Que queda superpogre del copón, a ver cuando a la redactora jefe de Cosmo le da por hablar de ello, o sea tía.
Como homenaje a su hija y a su madre…ARGGGHH. Me escribe eso mi madre siendo yo pequeña y en cuanto tenga fuerza en los brazos se lo tiro a la cabeza. Bueno no, porque al menos ha tenido el detalle, pero pensaría que es un bluff carente de emotividad, romanticismo, profundidad…No trasmite cariño, solo neurosis ginecológicas, obsesiones por el pasado e inseguridades personales. Siempre negatifo, nunca positifo.
Estas escritoras son un peligro. Pretenden dar un punto de vista femenino del mundo, ¿ y qué les sale? Disertaciones plúmbeas sobre insatisfacciones, inseguridades, inquietudes obstétricas enfocadas desde el pesimismo, desastres amorosos, vidas caóticas…Sin innovaciones formales y con escaso respeto hacia la gramática y la sintaxis. Pues anda que si esa es la visión que pretenden que la gente tenga del universo femenino, casi me quedo con las letras de las Sex Bomb, que al menos no van de intelectuales.
12 de enero de 2007
Los frikis de mi vida (III): la Radical Woman
Mis amigas y yo teníamos tantos que un día hicimos una lista: estaban el Roller, el Macho, la Pájara, la Ebony Sensulls-te-voy-a-sacar-los-ojos-y-te-voy-a-rapar, el Meni, el Gilipollas que es Imbécil, la Mano Negra, el Caballo, Darth Dinky, el Príncipe de las Tinieblas, el Pulparro, el Paquetorroman, la Supermodel, el Obélix (no, no era una burla sobre su obesidad, si no que fue un chico al que no se le ocurrió otra cosa que pipetear con la boca y dio un mal trago de agua con tierra llena de Clostridium), l’Albert Forats, l’Albert Bonaolor, el Mirror Mirror (éste era un jevi con un pelo maravilloso que siempre iba con una camiseta de Blind Guardian) , el Pseudo-Mirror Mirror (éste era otro jevi con un pelo aún más maravilloso que el Mirror Mirror y que también iba siempre con camisetas de Blind Guardian), y más de dos docenas largas de motes más. Había algunos personajes afortunados que recibían más de un mote. Así que yo creo que estábamos sembradas.
Uno de los motes que creamos fue el de la Radical Woman. Era esta chica una moza de las que pese a ser pelín distante e individualista, llamaba la atención y era conocida de vista por todo el mundo. Empezó a venir a clase con su carpeta de Metallica reciclada del instituto, totalmente hecha caldo, con fotos de Metallica algo rancias, el forro agujereado y medio arrancado, las esquinas destrozadas y las gomas a punto de dar el último suspiro. Así que al sector jeviata de mi grupo (otra y yo, no os vayáis a pensar) le entró enseguida por el ojo. Iba permanentemente con sus vaqueros, sus zapatillas hechas caldo, sus camisetas jevis bien amplias, su cazadora vaquera, sus pelos rizados despeinados, sus auriculares permanentemente colgados y, en definitiva, con toda la vestimenta y actitudes que constituyen el peor disgusto para una abuela bienintencionada, de esas que sólo esperan ver a sus nietecitas convertidas en señoritas de bien, de las que nunca dicen en voz alta la palabra “bragas” y van con faldita, se sientan con las rodillas juntas y no tienen roña bajo las uñas.
No era muy amigable, como ya he dicho, y sólo cruzamos un par de frases con ella, referentes a su gusto musical. Comprendedlo, dos manowareras super trumetal, hablando con una metalliquera a la que le gustaba el Reload!!!! Nos echábamos las manos a la cabeza. Por aquél entonces no la llamábamos aún la Radical Woman. No sé si tenía mote. “La de la carpeta de Metallica”, supongo.
El caso es que espero que podáis imaginaros a esa chica, no muy alta, pelín rechoncha, no muy agraciada de cara, con su vestimenta poco femenina y la carpeta con las fotos de Metallica tan petada que parecía que iba a reventar.
Llegó el verano, pasaron los exámenes, hubo vacaciones, y de vuelta de vacaciones nos encontramos con que la chica había sufrido un cambio de imagen increíble. Nos aparece la tía con zapatitos de tacón un poco alto, pantalones de pinzas con la rayita bien marcada, chaqueta de piel y camisas bien monas, y un peinado Llongueras súper moderno de estos asimétricos de lo más fashion. Y no sólo un día ni dos. Ya siempre empezó a venir así, hecha un pincel. Eso sí, con la misma carpeta de Metallica hecha caldo. Vamos, que la quedaba como a un Cristo dos pistolas. Ella hecha toda una vendedora de seguros y la carpeta destrozada al lado. Que yo decía: pero mujer, tira esa carpeta guarrindonga, hombre, que no te pega nada. ¿Será por fotos de Metallica? Para estos casos regalan una carpeta nueva cada año de carrera...Pero allá iba ella, con el pelo asimétrico, los mismos tacones (se debió pulir el sueldo en la ropa, que no en los zapatos), y la carpeta a medio desintegrar.
El caso es que rápidamente empezamos a formular hipótesis que justificaran ese cambio tan radical. Unas decían que simplemente se había cansado del desaliño anterior. Otras que se había echado novio y se arreglaba más. Otras, que con el tiempo había sustituido las ropas de supervivencia en el instituto por otras más universitarias. Otras, que la obligaban a ir así en el trabajo. Yo me decantaba por la idea del novio o del trabajo.El caso es que no dormíamos con la duda sobre por qué la Radical Woman ahora iba vestida así.
Así que un día que la pillamos por banda intentamos comentarle sutilmente, qué, que ya te hemos visto como vas ahora, jeje, que cámbio...Y ella nos respondió, muy seria, con esta frase lapidaria:
-Sí, es que me he hecho mayor.
Y nos quedamos de pasta de boniato.
Dejo abierta a la reflexión de cada lector el contenido filosófico del asunto y las interpretaciones morales de la respuesta, porque encierran las grandes preguntas del Hombre, todas las incógnitas de nuestra Sociedad.
Yo sólo diré que esa chica, pese a los muchos años pasados, sigue andando por la facultad y que ha vuelto a sus vaqueros anchos, sus camisetas y jerseys descuidados, su pelo despendolado y sus walkman. Eso sí, de la carpeta de Metallica, ni rastro. ¿Un lobo no se vuelve cordero en un día? ¿Ha de volverse el lobo cordero? Qué profundo.
10 de enero de 2007
(Sí, ya sé que no ha habido entrega de premios Viña del Señor 2006, pero no había mencionado nunca que se fuera a celebrar, ¿no?)
8 de enero de 2007
Sabiduría en ESDLA
En otra ocasión, enlacé este fotocómic sátira de los juegos de rol, que usa El Señor de los Anillos (la peli) como base. Suele ser muy bueno, pero en esa tira se sale:
La Comunidad del Anillo va por el río Anduin, en barcas de los elfos de Lórien. Boromir tiene una duda.
- Boromir: Estaba pensando… ¿cuántos puntos de experiencia ganamos por pelear con el Balrog ese?
- Gimli: No peleamos con él, Boromir. Huimos como verdaderos cobardes. En mi corazón sé que esa bestia vive.
- Boromir: Vaya campaña tenemos aquí en marcha. Entre el Balrog, esa cosa con tentáculos y esos Nazgûl invencibles… No creo que hayamos ganado una sóla pelea aún.
- Aragorn: Conseguimos engañar a ese coñazo de mago para que se matara (se refiere a Gandalf).
- Aragorn: Yo cuento eso como una victoria.
- Boromir: Supongo que cualquiera puede ser un ganador si su definición de victoria es lo bastante flexible.
En esa frase hay una carga de sabiduría inmensa.
3 de enero de 2007
Es poco ético abusar de los frikis (Taberna Alatriste)
C/ San Bruno con Grafal . Tfno: 91 366 18 83)
Era de prever que, pese a la tradicional miopía empresarial española, alguien aprovecharría el tirón del Capitán Alatriste para decorar un restaurante de cocina tradicional castellana. Por eso cuando recibí noticias de que habían abierto la Taberna del Capitán Alatriste en Madrid (sin participación económica del Arturín) quise ir inmediatamente.
Me empapé de las referencias que sobre dicho restaurante encontré en la red. La web oficial del restaurante es como los atisbos de cultura general de Britney Spears: no se vislumbran. En las guías de restaurantes on-line, de todos modos, pude ver la dirección (confusa), el teléfono y el precio estimado por persona (35-45 euracos por persona, que con mi candidez característica considere un poco sobreestimado).
En los foros de fans del Arturín, cómo no, sólo se habla con entusiasmo de lo superchachi que es el sitio y lo superfantástico que se come, y la cantidad de quedadas que se realizan allí, incluso se cuelgan fotos, pero hay pocos comentarios objetivos, y lo más sorprendente de todo, nunca se menciona lo que cuesta darse allí el gusto.
Algo mas crítica es esta reseña, escrita por un pijo algo repipi, de los que piden un Marqués de Riscal cosecha de 2001 y dicen que "es fino" y les cabe de postre un arroz con leche, pero que se echan las manos a la cabeza cuando ven un cuadro pseudo-barroco en las paredes. Vamos, la típica persona que no ves comiendo en un Vips.
Si eso es una taberna yo soy el Conde-Duque de Olivares
La taberna está situada en una esquina no muy transitada. Lamentablemente, salvo la decoración, la vajilla y algún que otro cuadro al estilo Velásquez, ese restaurante podía ser del Capitán Alatriste o un asador cualquiera. La decoración (con las paredes empedradas, los ya mencianados cuadros, las escaleras de madera, las mesas macizas, las brasas de la cocina a la vista de todo el mundo, etc) es la típica de los asadores castellanos al uso. No hice un tour turístico por el restaurante entero (hay unas catacumbas en el piso de abajo y por lo visto una biblioteca en alguna parte), pero el nivel de frikismo alatristero me pareció escaso. Eso tiene una parte buena y una parte mala. La parte buena es que es relativamente inesperado y sorprendente, y supongo que elegante. La parte mala es que quien va a la taberna de Alatriste es porque poco o mucho, se ha leído los libros y es un poco friki. Y qué menos que una gran foto con el Arturín abrazándose al cocinero (aunque el Arturín me da a mí que es de pocos abrazos) o del Viggo Mortensen con la boca abierta metiéndose 500 gramos de lomo de buey entre pecho y espalda. O picas y espadas alatristeras colgadas de la pared, o una armadura de la época, o un mapa del Imperio Español del XVIII, o cualquier y previsible frikada. Pero lo único particular que vimos para dar rienda suelta a la imaginación fue el libro de visitas, y no escribimos nada.
La mesa embrujada
El restaurante estaba a petar pero pudimos encontrar enseguida mesa para dos. “Tendrá que ser para no fumadores”, dijo el camarero con carita de pena, como si nos estuviera ofreciendo lo peor de la casa. Y es que cómo debe de estar el nivel nicotínico en los restaurantes caros del interior, madre mía. La que monta la Espe.
Nos meten en una mesa para cuatro muy cerca de la entrada, y resulta que está coja. "Ya se sabe, estas mesas macizas...". Así que venga a calzar la mesa con unos corchos. Después el camarero tuvo que desplazar la mesa, ya con las copas servidas, para hacer sitio a la mesa de al lado, y veeenga otra vez con otro corcho. Como nos había estado mareando el camarero nos suelta: “No os olvideis pedirnos que os invitemos a una copa”. Que casi mejor que decirlo hubiera sido invitarnos sin más, que con el disgusto del sablazo después uno se resiste a pedirlas.
El misterio de las cartas sexistas
Nos entregan la carta, que tal como yo había leído en internet, era un gracioso rollo de cuero atado con cintas, con el papel en forma de pergamino en el interior. La carta no es demasiado amplia ni tienen demasiada variedad: pocos tipos de carne, menos pescados, entrantes poco saludables a nivel cardiovascular, y en general un nivel calórico de los platos que me rio yo de las hamburguesas gigantes del Burger King. Ademas como entremés dan un plato con trozos de tocino bien crujientitos. Comida castellana, en definitiva, salvo que no había sopa de ajo.
Observo además que mi carta no tiene los precios puestos. Y aquí uno de los grandes errores de la noche, porque debería haberlo comentado en voz alta, o al camarero, que cómo es que la carta no tiene los precios puestos. Pero no sé si sería el restaurante chic o qué, que la noche me confunde o algo, que pensé que quizás el Maromo tampoco tenía los precios puestoso alguna paranoia y no dije nada. Pero resultó que el Maromo sí tenía los precios puestos en su carta y por eso su cara no era tan risueña como la mía.
Esta anécdota dio lugar a un debate sobre si fue deliberado o no que a mí me dieran la carta sin precios y al Maromo, la carta con precios. En teoría las cartas están enrolladas y no habría diferencia externa entre unas cartas y otras, y además las tenían apiladas en una caja frente a mí. Pero también es verdad que yo me fijé en que mientras en la carta del Maromo el cuero tenía grabadas dos monedas (sellos redondos, interpreté al principio), mi carta era lisa y sólo tenía la marca de la letra A y la espada, la señal de Alatriste. ¿Machismo recalcitrante? ¿Casualidad? Es la típica cosa por la que merecería cantarle las cuarenta al camarero y exigirle que trajera cartas con precios a los dos, o en todo caso a mí, que soy la que siempre tira de tarjeta. Si me hubiera dado cuenta al momento, me hubiera entrado idea de pedir la hoja de reclamaciones, fíjate. Así que sólo ese detalle, mal.
A lo que importa
¿Los precios? Migas a la Lebrijana, 10 euracos; chistorra , 8 euracos y pico; jarrete de cordero, como 14 euros. Los platos eran generosos , claro que sí. Lo que adelgace la Visa, eso engordas tú.
El camarero era el típico camarero que según las críticas que había leído tendría que ser amable, pero con esa simpatía que resulta un poco cargante y entrometida, además de artera por lo que se vio después. De los que te preguntan que tal va todo, te corrigen los pedidos y te hacen sugerenciasque no puedes rechazar.
Aparte de agua, pedimos vino de la casa, pero no el crianza de 2001 porque el Maromo, que era el único que había visto los precios, estuvo rápido, aunque yo que tenía la mente en Flandes no le supe seguir el pensamiento. Así que nos trajeron una jarra de cristal con uno vino bastante corrientucho, y una botella de agua.
Las migas a la Lebrijana (la única innovación de la Lebrijana al plato es aportar un huevo frito encima) estaban buenas y jugositas, pero no valían 10 euros. El plato de chistorra era abundante y estaba buena, pero para mi gusto sobraron porque no hay que cebarse con el primero en estos sitios.
Como bueyes nos metimos bajo el arado
Después, aunque habíamos pedido jarrete de cordero los dos, el camarero nos sugiere el lomo de buey (que en las reseñas lo ponían como plato estrella, muy bueno).Y como entendí que el camarero nos ofrecía un único trozo de lomo grande a dividir entre dos (o sea una ración grande para dos, no dos raciones, y eso es lo que hago yo siempre con mi madre cuando compartimos el cochinillo) pues accedí. Pero el Maromo, que era el único que había leído el precio (23 euracos el lomo), no lo vio tan bien, pero se calló, se hizo el pedido y la tormenta llegó después, cuando se descubrió la estratagema de las cartas sin precio. Pero no me dejó cambiar el pedido y yo ya estaba mala pensando en que encima me tendría que zampar medio kilo de carne sanguinolenta, más las patatas fritas y el pimiento verde, a 5 euros cada plato de guarnición, que también nos había endosado el camarero.
Así que llegó el lomo de buey, que era simplemente un trozo grande de lomo (la mitad grasa) cortado en trozos, con la carne roja pero no sanguinolenta, y que realmente estaba muy bueno. Y que lo diga yo tiene mérito porque yo hace tiempo que dejé por imposible la carne de más de un centímetro de grosor. Nos comimos casi todo el lomo y los pimientos y sólo dejamos la grasaza y algunas patatas. Luego pedimos los cafeses, bastante ofuscados, dejamos "propina de castigo" más flaca de lo debido y nos fuimos sin muchas risas. Porque efectivamente, pese a servir un sólo trozo, cuando llegó la dolorosa nos cobraban dos trozos de lomo de buey, y ahí si que realmente no se sabe dónde meten los 23 euros por cabeza, porque tampoco tocabamos a tanto. Porque por 23 euros por cabeza dan ganas de practicar la coprofagia después, aunque solo sea para amortizar.
Pero no se nos ocurrió lo de la coprofagia, soltamos los casi 90 euracos y nos fuimos sin reclamar la copa prometida, más con cara de "no nos volveréis a ver el pelo" que otra cosa.
Resumiendo que es gerundio
Colorín colorado, mala relación calidad-precio, demasiado carero, poco friki, y mi recomendación es que ni los alatristeros se pasen por allí, salvo caso de frikis miopes para los que 45 euros por persona es "lo normal en estos casos".
Yo todavía tengo una edad y pertenezco a un estrato social en el que más de 25 euros en una cena deben disfrutarse de veras pues constituyen un capricho de excepción.
Para comer comida castellana, recomiendo el descubrimiento del Maromo, el Antigua Casa Patata, que por menos de 30 euros por persona te dan migas y asado que sales rodando del restaurante con menos sensación de que te están estafando, con una decoración tambien típica, sin sucedáneos de Velázquez y no tienes que costear las letras grabadas en la vajilla.
No me voy a poner a cagarme en todos los muertos por todos los foros de frikis del Arturín, pero no por falta de ganas, sino porque espero que en este blog la crítica ya tenga la suficiente acogida. Poco a poco me acerco a las 1000 visitas...y vale que la mayoría son mías y de amigos, pero no me visita mi madre.
Mi recomendación para este año: ¡disfrutad cuando comáis, pero también cuando caguéis, que esa caca os puede haber costado muy caro!.