20 de enero de 2007

A ver si mi padre, entre tanta peli basura de ciencia-ficción para poco exigentes, le da por bajarse "La Masai Blanca". Ya sabéis, esa película basada en el relato autobiográfico de la suiza encoñada con un guerrero pseudo-masai (vamos, masai no pero del pueblo de al lao) que se fue a vivir a su poblado. Aunque ella nos lo quiere hacer ver como una bella historia de amor, pese que a los cuatro años tuviera que pirarse de allí por patas.
Ni qué decir tiene que no me interesan los detalles románticos del flechazo, que esta lucha entre el sistema límbico y el córtex prefrontal ya me sé yo cómo acaban, si no el morbo de conocer las razones y las miserias que debió aguantar la pobre mujer antes de darse cuenta de que estaba más guapa en otro lado y de que su amiga repelente- consejera tenía razón.
Para empezar, el guerrero ese, mucho musculito y bien fornido que estaba pero de prolegómenos, seguro que nada. Porque aquello debía ser un pim pam pum. Así que de qué le sirve tenerla larga. Y claro, ahí se queda una satisfacción remanente que la pobre mujer seguro que tuvo que sudar tinta para que el maromo se lo currara un poco más. El caso es que el guerrero parece ser que fue bastante moldeable dentro de lo que cabe, tolerante, y se adaptó de buen grado a esas enseñanzas.
Enseñanzas que por lo visto disfrutaron otras, porque aunque no se vea en la película, en la historia real el guerrero se beneficiaba a otras del poblado, y quieras o no eso hace pupita en la mentalidad occidental.
Luego están las guarreridas. Esas casuchas con falta de higiene. Ese limpiarse el culo con un canto rodao. Esos churrepeteaos a las cabras que se están desangrando. Y porque no era española, que si no la pobre mujer estaría soñando con el jamón.
Y la suegra y las cuñadas para qué contar. Aquí mandamos nosotras, tía pálida, a ver qué nos vas a decir. Un infierno.
Y cómo no, esas hermosas tradiciones de destrozarte el chichi para que la gente no murmure. Que no sé si amenazaban con ello a la mujer o a la hija que tuvo con el guerrero.
Total, que sí, que tras la crisis "de los cuatro años" (putas hormonas), lo mejor es pirarse a la decadente civilización occidental, donde se te pasan los disgustos comprando un Häagen-Dazs de medio litro en el súper de la esquina.
Y el caso es que la tía ha declarado que no se arrepiente de nada de lo vivido y que mantiene una relación cordial con su familia africana. Eso es buen rollismo y lo demás son tonterías.
Así que tengo curiosidad para ver si me entero de detalles más escabrosos de la historia. Sexo no debe de haber mucho en la película pero no creo que la cosa se limitara a la ablación y los chupeteaos de sangre de cabra. Que por ver al maromo pegar saltos muy altos no se divorcia una. Y por Dios, qué malo está este gofre congelado que ha comprado mi madre. Puag.

2 comentarios:

  1. Anda que no los hay como ese por aqui vendiendo CD's y va la churrasca esta y se va a africa...en fin. A quien dios se la de, san pedro...

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  2. Yo me imagino alguna de tus compis de masai blanca XDDDD Pobre masai!

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