"El joven guerrero jamás había perdido una lucha. Conociendo la reputación del viejo samurái que era considerado capaz de derrotar a cualquier adversario, fue en su busca para aumentar su fama venciéndolo.
El viejo samurái aceptó el desafío en contra de la opinión de sus discípulos que se lo habáin desaconsejado. Juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad donde, ante todos los espectadores, el joven empezó a insultar al viejo samurái. Éste se sentó tranquilamente en el suelo, sin inmutarse.
El joven, para hacerle reaccionar, le lanzó algunas piedras, le escupió en la cara, se burló de él y ofendió a sus antepasados. Todo fue en vano. El viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto, el joven se retiró.
Desilusionados por el hecho de que el maestro se hubiera dejado humillar así, sus discípulos le preguntaron:
-¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada al menos para mantener tu dignidad aun pensando que podías perder la lucha? ¿Por qué te mostraste tan cobarde delante de todos nosotros?
El maestro respondió:
-Si alguien llega hasta vosotros con un regalo y vosotros decidís no aceptarlo, decidme, ¿a quién pertenece el obsequio?
-A quien intentó entregarlo-respondió uno de los alumnos.
-Lo mismo vale para la ofensa, la envidia, la rabia y los insultos-continuó el maestro-. Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo."
Éste es uno de los relatos que más me ha gustado de los cuentos, anécdotas y chascarrillos que aparecen en el libro "Sin ánimo de ofender" (sí, qué pasa, no he podido resistir la tentación). Yo pretendía encontrar un libro muy útil con consejos prácticos para no indignarme tanto, o no tragar tanta bilis cuando una sale a la calle y se topa con la chusma. Porque me siento desbordada por tanto paleto, y yo ya sé que es porque el problema está en mí, que tengo el umbral paletil muy bajo. Y hombre...consejos prácticos muy pocos, pero reflexiones más o menos profundas para considerar, sí. El típico libro de autoayuda en plan "ser malo está muy feo, tienes que ser bueno". Pos fueno, pos fale, pos malegro. En fín, que entre moñadas colosales y conceptos etéreos un poco ridis sobre ecología emocional y "calentamiento global por culpa de los malos sentimientos", se puede rescatar alguna reflexión que manteniéndola en la mente nos puede ayudar a perdonar a nuestros ofensores, endurecer la piel, actuar de forma constructiva y a que no nos suba continuamente la tensión ante las iniquidades del mundo, que es muy malo para los riñones.
Conocía la historia :-)
ResponderEliminarNo dejes que te afecte el entorno...Be water my friend ;-)jejeje.
Un abrazouu!