24 de julio de 2006

Este cactus de bola es como yo. Es antipático, parece violento. Pincha. No seduce bajo una mirada superficial. Es duro de pelar y si no sabes tocarlo puedes arrepentirte. Crece lentamente, tanto que casi hace perder la esperanza. Pero con un poco de paciencia, bajo las condiciones adecuadas, si le das una oportunidad, se hace grande y florece. Las flores duran poco pero son preciosas y te hacen pensar que el esfuerzo ha merecido la pena. A la gente no le gustan los cactus.

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