15 de enero de 2007

¡¡Despotrique, despotrique!! (sobre la Luci, claro)

Podría crear una nueva categoría del blog titulada “despotriques varios contra Lucía Etxebarría”. Contendría un montón de entradas. Porque he leído en diagonal (en horizontal no lo hubiera aguantado) el libro con el que la susodicha recibió el premio Planeta, ese deseado premio de las letras españolas que de tanto en tanto recibe un juntaletras porque el jurado nunca tiene arrestos de dejar el premio desierto. Un Milagro en Equilibrio. Y de paso, me leí parte del Nosotras que no somos como las demás y Beatriz y los cuerpos celestes. Todo bajado con la mula porque yo a esa señora no quiero darle dinero. ¿Y si por ello su hija pasa hambre o se queda sin estudiar? Pues me da igual.

Yo ya tenía mala opinión de lo que escribe esta mujer pero lo que leí la tarde del domingo ya me acabó de situar. Porque supuestamente tenía que estar leyendo una novela y nada de lo que atravesó mis pupilas me pareció diferente a las paranoias pseudo-filosóficas que te puedas encontrar en cualquier blog guarrero de los que encuentras cuando te aburres por la red una tarde de domingo y te llevas a la retina cualquier cosa. Desde las neurosis de lesbianas en celo con necesidad de autoafirmación, hasta reflexiones políticas ibéricas, pasando por los geniales reportajes casposos de Viruete, frikadas de gente ociosa, treintañeros en crisis constantes, críticas de cine y libros, pensamientos de adorables ancianitas, profesores, etc.

La gente cuenta intimidades con absoluta indiferencia hacia el hecho de que eso lo pueda estar leyendo su padre, su madre, su hermano, sus amigos, su ex y lo que caiga, y creo que en general, cualquier blog tiene un suficiente grado de interés morboso y calidad. Pero ninguno se hace pasar por novela.

Es por eso que esa recopicaciones etxebarrierescas de neurosis y paranoias desordenadas y mal hilvanadas, frecuentemente escritas en primera persona, con frases caóticas y nula gracia literaria, en la que se mezclan las experiencias autobiográficas con las ficciones que disimulan las experiencias autobiográficas y las disertaciones neuro-progres-pseudofeministas sobre la mujer, el sexo opuesto y la vida en general, me produjeron una sensación de dejà vu. O mejor dicho, de “esto yo ya lo he leído y hay 400.000 personas en España que lo escribirían mejor”.

Imaginaos que yo, dentro de unos años, cuando haya escrito bastantes más entradas (sé que no tengo buen ritmo pero es que no quiero crearme más presión, además mis entradas son muy largas, eeeehhhh FallenAngel?), me pongo a novelar el contenido de este blog, sin diferenciar el interés que puedan suscitar mis reflexiones sobre la madurez extraídas del relato de la Radical Woman, con la sensualidad de los músculos del Capitán Cuerno, mis disgustos con mis compañeras, la crisis parejil de los 90 euros gastados en filetes de buey, y los grandes traumas de mi vida (que es una sección nueva que cuando tenga ganas pondré a preparar). Pero para que nadie se piense que es una novela autobiográfica, que siempre queda un poco feo, cambiare algunos datos, y en vez de enfrentarme a un abuelo charlatán en el parque, será un paquistaní yoncarra que quiere violarme. ¿Qué quedaría? Pues un relato la mar de confuso, incoherente, en el que no se sabe exactamente a dónde quiero llegar, donde mezclo churras con merinas, hago escaso uso de la imaginación y que, salvo que tengas la suerte de sentirte identificado con mis experiencias, te parecerá lo más anodino que te hayas echado a la cara. Eso sin contar con que mis tribulaciones como becaria predoctoral dan para un género literario completo. Así que mejor inspirarse vagamente en la vida real sólo para relatos cortos (véase el Jevi Cejijunto o incluso el bistek de ternera).

Pero yo no me da por ahí porque no creo, ni tengo necesidad de hacer ver, que mis experiencias merezcan ser publicadas con letra gorda y me dedique a ello profesionalmente.

Pero es frecuente en algunas personas pensar que lo que han vivido y cuentan tiene interés para los demás. Esa impresión me da la Luci. Además parece que tiene tendencia a pensar que si no la han llamado para formar parte de la RAE es porque tiene vagina, en vez de porque es una jodida juntaletras que confunde los diarios redactados con la literatura y que aporta menos al desarrollo de la lengua española que mi abuela, que pensaba que un “zalacatil” era un medicamento contra el dolor de cabeza.

Por eso creo que piensa esta chica que sus problemas aireados en toda entrevista, asfixiada por una familia chapada a la antigua, el machismo pseudo-religioso, su madre castradora, los complejos físicos, la envidia de las hermanas guapas, la deriva de las relaciones sentimentales, los coqueteos con las drogas de evasión, los viajes a Edimburgo y Londres y 4 lecturas pseudofeminazis y victimistas (del palo “nosotras aquí pariendo y los hombres leyendo el periodico”) te convierten en un espejo de la modernidad y en una heroína moderna. Que ya sólo le falta haber descubierto el sexo en la postguerra para convertirse en el icono máximo de las letras españolas.

En los libros no encuentro originalidad , imaginación o madurez, sólo encuentro neurosis, complejos, esfuerzos por resultar feminista y políticamente correcta (ya se sabe, esas feministas que no se depilan los sobacos para enfrentarse al falocentrismo patriarcal pero después les chorrean las bragas viendo Pretty Woman), a las que escuchar The Cure les supone el máximo de modernidad cultural y que no pueden morir sin decir que has visitado el Soho.

UMEE, es una muestra desvergonzada de cómo unas pinceladas de ficción disimulan los detalles autobiográficos: una mujer con una vida sentimental pasada más rellena que el expediente policial de O. J. Simpson, su preferencia hacia el parto natural, los errores que llevan al fracaso de la lactancia, las referencias hacia el método Estevill (Luci, cojona, que no te enteras de que es ESTIVILL) y el método González (EHHHHHHHH), se mezclan con los ajustes de cuentas familiares, el feminismo incongruente de nosotras parimos, nosotras decidimos pero suspiro aliviada cuando me entran los pantalones de antes del embarazo. Escrito de forma densa, incongruente, del palo: iba yo un día por la calle y en estas que me acuerdo de mi tía Olivita la del pueblo (que era la que me criticaba por llevar las uñas negras), pero como dice mi amiga Juana, que ya se sabe que los hombres, blablablabla.. Vamos, UN PUTO BLOG. La blog, como le gusta decir a esa mema, en vez de decir la bitácora, que sería un femenino más sencillo y correcto (si quiere entrar en la RAE que se lo curre un pelín, cojorbas).

Encima tiene la soberbia de decir que por culpa de que el 90% de los libros están escritos por hombres, no hay literatura sobre el embarazo y el parto, y sí en cambio sobre el sexo, la muerte, la adolescencia y otras fases de la vida. Vamos, otra de la que debe pirrarse por las Nieblas de Avalon. ¡¡Dios mío que alguien quite a esta mujer el teclado de delante porque es capaz de ponerse a escribir todas las obras sobre el embarazo y el parto que ella considere que deberían estar escritas hasta ahora!! Encima despreciando la temática elegida por las novelistas a lo largo de la historia, como si tus circunstancias fisiológicas tuvieran que determinar el argumento de tus novelas. Imaginaos docenas de novelas tratando el asunto desde la misma perspectiva filosófica de esta elementa, en formato de queja ginecológica neurótica en plan “lo de las náuseas es un rollazo”, “me duele todo, quiero sentarme”, “hay que fastidiarse como llora el puto niño”, “tengo que llamar a una niñera para poder irme a la disco”, “estoy gorda y fea y no podré ligar a mi gusto”…¡¡SOCORROOOOOOOOOOOOOO!! Menos mal que a los hombres no les ha dado tampoco escribir en detalle sobre el pavor a los problemas de próstata, las conveniencias de la circuncisión y las profundas cicatrices psicológicas que deja el primer gatillazo, sin mencionar el furor prostático inexplicable hacia las novedades tecnológicas, que también es un tema muy poco explotado en la literatura.

No faltan chapucerías pseudocientíficas que salpican la novela, propias de chica muy puesta en las nuevas tecnologías que le sabe dar caña al Google, con referencias a la oxitocina y a las explicaciones pseudoantropológicas de los comportamientos maternales. Que queda superpogre del copón, a ver cuando a la redactora jefe de Cosmo le da por hablar de ello, o sea tía.

Como homenaje a su hija y a su madre…ARGGGHH. Me escribe eso mi madre siendo yo pequeña y en cuanto tenga fuerza en los brazos se lo tiro a la cabeza. Bueno no, porque al menos ha tenido el detalle, pero pensaría que es un bluff carente de emotividad, romanticismo, profundidad…No trasmite cariño, solo neurosis ginecológicas, obsesiones por el pasado e inseguridades personales. Siempre negatifo, nunca positifo.

Estas escritoras son un peligro. Pretenden dar un punto de vista femenino del mundo, ¿ y qué les sale? Disertaciones plúmbeas sobre insatisfacciones, inseguridades, inquietudes obstétricas enfocadas desde el pesimismo, desastres amorosos, vidas caóticas…Sin innovaciones formales y con escaso respeto hacia la gramática y la sintaxis. Pues anda que si esa es la visión que pretenden que la gente tenga del universo femenino, casi me quedo con las letras de las Sex Bomb, que al menos no van de intelectuales.

2 comentarios:

  1. Jo tia, pues a mi me ha molado mazo al bazo!!!
    XD
    Se nota que en el fondo te ha gustado tambien a ti ;-)
    XDDDD

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  2. No tengo mucha intención de leer a esa individua... antes tengo un montón de libros infinitamente más interesantes esperando.

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