2 de noviembre de 2006

No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente

No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.
No debo desconfiar tanto de la bondad de la gente.

(…) Así, tendría que escribirlo mil veces.
Cuando Carlos González, conocido pediatra escritor de libros de puricultura, me sosprendió diciéndome que me iba a enviar un ejemplar de la nueva edición de “Bésame mucho”, y vi que dejó de dar señales de vida durante unos meses, pensé que ya se había olvidado del tema, que sólo me lo había dicho para quedar bien y que con las complicaciones y el exceso de trabajo se había olvidado.
Pero no, recibo una notificación para ir a recoger el envío…¡y es su libro! Dedicado, por supuesto, y dándome las gracias. Gracias por haberle dado un par de consejos de genetista después de haberme pillado en un foro defendiendo su libro pero diciendo que los médicos no tienen ni guarra idea de genética , con mis malos modos habituales. Y él, lejos de sentirse ofendido con mis malas expresiones, me escribió humildemente consultándome cómo podía mejorar ese aspecto de su libro. Y luego me pidió por favor que, si no me importaba, que me incluiría en las dedicatorias del libro y me enviaría un ejemplar. Y bueno…Las partes que yo le criticaba no las veo muy modificadas (los palurdos que se tomen demasiado a pecho la manera en la que explica las cosas relacionadas con la genética seguirán teniendo donde hincar el diente), pero ha cumplido con su promesa y me ha vuelto a reconciliar con las buenas y escasas gentes que pululan por el mundo. Siento mucha vergüenza por mi modo de comportarme con él, pero él me ha respondido con el bien, demostrando una categoría poco frecuente entre las personas.
El superhéroe de l’Hospi, siempre en su lucha contra los métodos de puericultura conductistas y los estivilles de turno, defendiendo el cariño y el instinto como mejor método para criar a los niños. Éste si es que es un libro “femenino”, y no ése de las Nieblas de Plastón.

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