PD: Y una rosita de pitiminí.



Probablemente, el único blog escrito por una mujer que jamás hablará de zapatos.
De las propiedades que las duennas chicas han
Quiero vos abreviar la predicación,
Que siempre me pagué de pequeño sermón;
E de dueña pequenna et de breve rasón,
Ca poco et bien dicho afincase el corazón.
Del que mucho fabla ríen, quien mucho ríe, es loco;
Es en la dueña chica amor et non poco:
Dueñas hay muy grandes, que por chicas non troco,
Mas las chicas e las grandes se repienden del troco.
De las chicas, que bien diga, el amor me fiso ruego
Que diga de sus noblezas, yo quiero las decir luego;
Desirvos he de dueñas chicas, que lo habredes por juego.
Son frías como la nieve e arden como el fuego.
Son frías de fuera, con el amor ardientes,
En la calle solás, trebejo, placenteras, rientes;
En casa cuerdas, donosas, sosegadas, bien fasientes,
Mucho al y falláredes a do bien paredes mientes.
En pequenna gergenza yase grand resplandor,
En azúcar muy poco yase mucho dulzor,
En la dueña pequenna yase muy gran amor:
Pocas palabras cumplen al buen entendedor.
Es pequeño el grano de la buena pimienta,
Pero más que la nues conorta et calienta;
Ansí dueña pequenna, si todo amor consienta,
No ha placer del mundo que en ella non sienta.
Como en chica rosa está mucho color,
En oro muy poco grand preçio et grand valor,
Como en poco blasmo yase grand buen olor:
Así en dueña chica yase muy grand sabor.
Como robí pequeño tienen mucha bondat,
Color, virtud e preçio, e noble claridad;
Ansí dueña pequenna tienen mucha beldat,
Fermosura, donayre, amor, et lealtad.
Chica es la calandrina, et chico el ruiseñor,
Pero más dulce canta que otra ave mayor;
La muger que es chica por eso es mejor,
Con donneo es más dulce que azúcar nin flor.
Son aves pequeñas papagayo e orior,
Pero cualquier dellas es dulce gritador;
Adonada, fermosa, preçiada, cantador,
Bien atal es la dueña pequenna con amor.
De la muger pequenna non hay comparación,
Terrenal paraíso es e grand consolación,
Solás, et alegría, placer, et bendición,
Mejor es en la prueba que en la salutación.
Siempre ques muger chica más que grande nin mayor,
Non es desaguisado del grand mal ser foidor,
Del mal tomar los menos díselo el sabidor,
Porende de las mugeres la mejor es la menor.
¡¡CORRECTO!!
Resulta comprensible que los italianos sientan gran interés por venir aquí de Erasmus, debido a la proximidad geográfica, el parecido lingüístico y las similitudes culturales. Pero, ¿realmente eso importa? NO. Lo que importa es que las españolas tenemos fama de follar bien y las italianas, de estiradas, y la peña viene aquí salivando. ¿Cómo es posible que los españoles se quejen de que las españolas son estrechas y los italianos sueñen con ellas? Es una cosa que a mi no me acaba de quedar clara pero hay más de una persona que lo comenta. Y si el río suena, agua lleva.
Creo que debería vigilar mi poco flexible concepto de la dignidad porque me resulta curioso que alguna puede tener interés en enrollarse con un Erasmus italiano, que no es precisamente un efebo romano, que tiene novia en Italia y que reconoce abiertamente que viene a España a conocer bíblicamente a las españolas. Es como admitir que se está dispuesta a ser un segundo plato, una muesca de un revólver, sólo por darle trabajo a las glándulas parauretrales. Yo a esos niveles de ceguera estrotégica no llego.
Ya que se es un cabronazo adúltero, qué menos que serlo del todo e ir por el mundo en plan latino melancólico, soltero, en busca de un amor de verano mediterráneo y tierno, follar mientras te dicen latinajos al oído, nunca te olvidaré, rosa rosae, mentiras podridas pero que suban el ego. Follar en la playa, algo romántico. Por lo menos que se lo curren y te digan neros occhios tienes. Pero es que ir en plan de “pues nada, aquí andiamo per a scopare, si tu ti ofrecces pues non ti voy a dire que no” y caer en ese juego ya me parece del género tonto. A mí, realmente, se me plantea seriamente la duda de que en un sex shop no se pueda encontrar algún juguete que produzca una satisfacción similar sin darle el gusto a un rufián. Que se gaste las pelas si quiere follar, menuda cara dura.
Además, qué poca empatía hacia la novia cornuda. Veces y veces oyéndote comentar que los tíos son todos iguales, unos cabrones que sólo buscan campana para su badajo, y luego vas y te lías con uno que te ha reconocido abiertamente que tiene novia. Pero claro, la cabronada no es contigo, si no con la novia, con lo cual a tí ya te va bien. Pero ni qué decir tiene que si llega a ser a la inversa, y la novia española se entera de que su español se folló a una italiana se echa mano de todo el arsenal de críticas Cosmopolitan sobre lo realmente cabrones que son los tíos.
¡¡Pero es que los depredadores se extinguirían si no encontraran presas, bonita!!
Además la nula continuidad de la aventura es demostración evidente de que el contacto no merecía mucho la pena, salvo con las facultades mentales mermadas por efecto de las hormonas. Pero que cada una se meta en sus berenjenales y se tropiece con las mismas piedras.
Se trata de una historia real. Supongo que en fondo el objetivo era gestionar la cartera de contactos y hacer un amigo pringao que te preste su casa para que tú puedas plantearte un viaje barato a Italia y no depender de hostal. Las redes personales ésas. Si me parece muy bien, pero no vais a conseguir que trague con los vampiros emocionales ni con los que se convierten en sus víctimas.
Sorprendentemente no sólo me he encontrado chicas fifis con esas aprensiones refinadas si no también chicarrones con los huevos negros que, puestos a renegar de las costumbres mediocres y neoburguesas de este perro mundo, se suman a la fácil crítica contra la floristería industrial. Qué atrevida es la ignorancia.
Si no quieren comprar flores que no lo hagan pero que al menos no incurran en razones incomprensibles, como por ejemplo creer que una flor cortada está muerta, cuando en realidad, si está bien cortada con suficiente margen de tallo y en un buen momento del día, conservan en perfecto estado los tejidos que permiten la absorción de agua y nutrientes, y las células siguen realizando sus funciones. Sin duda lo hacen con mayor esfuerzo que desde la raíz, pero lo hacen. Tampoco son indispensables las hojas porque incluso una flor sola en el tallo obtiene oxígeno disuelto en el agua. También siguen necesitando luz solar para realizar la fotosíntesis. Cualquier persona que se tome la molestia de informarse sobre la mejor manera de mantener flores cortadas sabe que, precisamente porque tienen vida y hay que mantenerlas así, se debe renovar el agua casi a diario, mantener sano el borde cortado del tallo y realizar nuevos cortes e incisiones en el lugar adecuado para que el colapso progresivo de los vasos no impida el paso de los nutrientes. También hay que evitar infecciones y mantener el tallo limpio de partes marchitas para que no lleguen a las partes sanas de la flor las señales moleculares que inducen a la marchitación.
Con pocos cuidados cualquier papanatas anti-flores puede conseguir que una flor siga viviendo fácilmente una semana más, que ya es más del tiempo que habrá tardado en cagar un filete de corderito que se haya metido con escasa lástima entre pecho y espalda. ¿Piensan los que vacían su cuenta corriente para pagarse unos tragos de Château Petrus del 85 que la miserable dictadura fisiológica les hará mearlo y que por tanto, el paso de tal precioso brebaje por las tripillas es efímero?
¿Es una semana o un par de semanas poco tiempo para justificar el mantenimiento de un ser vivo, por hermoso que sea? A mí el hámster Turilli, que en paz descanse, me vivió sólo un poco más que eso, y decoraba menos, no es por nada. ¿Pensarán esas lumbreras que una flor unida a la planta, dura en perfectísimo estado de turgencia y grandiosidad eternamente, que se mantiene inalterable por gracia divina hasta el advenimiento del Apocalipsis?
La flor es un órgano reproductor de ciertas plantas, y no deja de ser una estructura derivada evolutivamente de ramas y hojas. Tras la fertilización algunas de sus partes se convierten en fruto, como por ejemplo ese magnífico tomate, o esa estupenda berenjena que todo el cochino mundo tiene aburriéndose en un frío y deshumanizado frigorífico, sin escandalizarse de que algún impresentable haya mutilado una linda planta viva para arrancarle atrozmente sus excrecencias y en las cuales la planta tenía confiadas sus ansias de perpetuación .
La planta produce flores cuando ya ha superado cierto estado de crecimiento en volumen y hojas, que son de las cuales se mantiene realmente. La flor es un órgano de mantenimiento de la especie, no de la planta individual. De hecho algunos jardineros defienden mantener a las plantas al borde del maltrato, y no demasiado malcriada en perennes condiciones óptimas, porque la planta destina más esfuerzos en perpetuarse y florecer cuando se siente próxima a la muerte. Pero desde luego las flores no son eternas sobre una planta, son efímeras por naturaleza, hayan cumplido o no su función. Ni siquiera las plantas que se venden cortadas comercialmente, que proceden de la floristería industrial, de plantas seleccionadas genéticamente para producir flores de nuevas variedades, más hermosas, de tallo más largo y firme, y mucho más fuertes y duraderas que sus compañeras salvajes. Precisamente porque duran, se cortan. Si no se cortaran, igualmente morirían.
¿Mejor morir en planta que en un jarrón? ¿Hemos de suponerles a las flores y a sus plantas preferencias éticas como las de las abuelas que prefieren morir en su cama del pueblo que en el hospital?
Menos gilipolleces sobre las flores muertas, que bien que os coméis ovarios fecundados de plantas y no decís ni pío.
PD: A Turilli lo enterré en el jardín muy cerca de los bulbos de tulipán. Y el colmo de los colmos es que recomiendan cortar las flores de tulipán antes de que se pudran en la planta, para que el bulbo conserve su calidad en siembras posteriores o no sé qué puñetas. Para qué veais a dónde puede llegar la neurosis injustificada contra las flores cortadas.
PPD: A mí no me importa que me regalen flores.
Era el lince ibérico de la fauna autóctona del territorio metalero condal. Moreno, cachillas, largo y lacio cabello negro, y alergia a las camisas. Se paseaba a cuerpo gentil junto a su hermano por los calurosos garitos escanciándose la birra en un cuerno recuerdo del Wacken. Cuerno bueno, no de los de plasticorro que venden en algunos de los sucedáneos de festival que celebramos por aquí. Normalmente iba con pantalones de cuero negro convenientemente arrepretaítos, excepto en los festivales, a los cuales acudía con falda escocesa para airear la huevana. A mí me lo presentaron como Capitán Cuerno, pero también le llamaban el Conan, así que un justo término medio sería llamarle Capitán Conan. Pero como ésa es una película franchute, mejor Capitán Cuerno. Se fabricaba él mismo, y hacía por encargo, muñequeras y brazales de cuero y tachas, y me quedé con ganas de pedirle una, aunque sus acabados de Cueronova no llegaban a convencerme. Me partí de risa cuando le vi salir en la tele en un reportaje sobre rol, trabajando en una editorial o algo por el estilo. Lástima que los cámaras no completaran el reportaje enfocándole con la espada que a veces llevaba en su furgoneta del año catapún, y que alguna vez sacó a pasear ilegalmente para completar el personaje, según me han contado. El primer día que le vi no perdí la oportunidad de aprovechar una vaga relación que tenía una amiga mía con él para hacernos una foto de grupo, porque no se pillan cachos como ése demasiado a menudo. Y claro, cuando la Catedrosis Múltiple miró por encima de mi hombro y vio la foto con la Angainor estrenando corpiño-gótico-y-agarrá-a-la-cintura-te-canté-a-la-sombra-de-los-pinos con el Capitán Cuerno en la pantalla del ordenador, no pudo más que exclamar que estaba muy guapa yo, muy guapo él y que yo tenía una doble vida: sosita de día y ligamaromos de noche. Y encima disfrazada. Cuán frágil es el cristal de las reputaciones.
El Conan tenía su Valeria particular, que vestía más ochentera que medieval y era rubia, cómo no. Desaparecieron un día, mis pobres linces ibéricos, después me contaron que porque se habían cambiado de ciudad. También me dijeron que sí, que parecía muy majete y timidín pero que castigaba su hígado con sustancias perniciosas pero bien. ¡Qué pena que se nos fuera una de las joyas de la corte del metal! No está el ganado como para poder alegrarse la vista con muchas reses.
Observad el siguiente documento gráfico con suma atención:
Así que en eso queda todo; mejor no confesar demasiado pronto tu fecha de cumpleaños y tu signo no vaya a ser que te cierren puertas y te miren raro, como me ha pasado muchas veces a mí, que soy Tauro y hay gente que cree que se van a contagiar de una variante de Creutzfeld-Jakob o algo así.
El primer rechazo gordo que recuerdo lo experimenté con la Catedrosis Múltiple (ya sabéis, la de la Parejilla Pesadilla), que a esa en un Acuario la ahogaba yo. No se sabe cómo le digo mi signo y se le escapó una mirada de desprecio tal que me quedé encajada en el sitio. Yo creo que no debió ser consciente de sus gestos faciales porque de saber que tenía esa fuerza dramática gestual lo hubiera dejado todo para triunfar en Hollywood. Me dio la sensación de que su primer novio debía ser Tauro también, ése que según ella la dejó porque escogió una carrera de chichinabo en vez de una carrera con enjundia que hiciera juego con su familia pija. Ése que debía ser el típico jevi adolescente de medio pelo capaz de hacer aborrecer a cualquier chica cualquier sonido rock pasados los 16 y para los cuales el bar Tequila es más jevi que una lluvia de hachas.
Similar gesto de disgusto ante mi casa zodical, el de mi profe de danza (al que cierto admirador conoce como Lama Nowar), que también tuvo un novio Tauro "y cuando se os mete algo en la cabeza..." o algo así me comentó mientras me miraba con ojillos de "pobre chica, con lo normalita que parecía"... Vamos, que casi parecía recomendar que a los Tauro nos llevaran con bozal por la calle cual Filas Brasileños, y bien por la sombra por si en algún momento explotábamos.
Y la última vez que recuerde, mientras me hinchaba a glutamato en un buffet libre y la típica jipipedorrilla-de-restaurante-de-la-mesa-de-al-lado, que ponía el hilo idio-radiofónico a la sobremesa, comentó que “todos sus amigos Tauro eran súper raros”. Y esto es como todo, ¿comparados con quién? Será que les sienta mal la medicación que se toman para aguantarte, bonita. Que a ver si tienen culpa uno de cuándo le parió su madre. Ya se nos ha ridiculizado bastante en la serie Saint Seiya. Además, las rosas de abril dicen que son las mejores...
Su negra alianza se forjó en la facultad, que ya veis si no podían haber tenido la típica amistad faculteril de if I’ve seen you I don’t remember, y el mundo se hubiera evitado su indeseable sinergia. Se convirtieron en dos pseudo-marginadas que se protegían mutuamente de la soledad de pertenecer a un círculo de chicas cuya edad mental supera en varias décadas su edad física y que encima miran por encima del hombro a los jóvenes de pensamiento auténticamente moderno. Y como no hay pareja de marujas pseudo-feministas que se resista a la práctica del casamenterismo, tuve que caer víctima de sus prácticas.
Debí darme cuenta de sus manejos cuando me invitaron un día a comer a casa de la Bienfollada, que era la que podía presumir de casa, junto a su costillo, la carne de su uña, el costillo de la carne y a dos compañeras más del curro. Creo que no hay mejor demostración de que en el fondo soy una chica bienintencionada que el haber caído de cuatro patas en una trampa tan clara. Pero mi ingenuidad me puede a veces. Esas dos compañeras que también fueron invitadas, tenían en común conmigo que por aquella época estábamos solteras, pero yo, en mi pureza de espíritu, pensé idiotamente que éramos simplemente las únicas que las caíamos bien (lo cual no creí que se apartara mucho de la verdad porque yo misma las había oído criticar o cuando menos ignorar a los demás compañeros, aunque pensándolo bien no hay criatura sobre la faz de la tierra a la que no las haya oído criticar alguna vez).
Así que acepté porque no soy tan asocial como parezco. Y llevé un par de platos cocinados por mí, que eran unas gambitas al ajillo y creo recordar que dátiles con beicon, porque yo iba en plan bien intencionado y los problemas que yo había tenido con ellas no repercutían en el presupuesto.
Llegamos a su casa de buen rollo, y segu demostrando una bisoñez entrañable al no extraañrme demasiado de que por parte del marido de la Bienfollada, o sea, el responsable del bienfollerismo, hubiera dos chicos más invitados. Al fin y al cabo, un hombre solo o dos hombres solos en medio de 5 biolocas pueden llegar a aburrirse mucho. Así que no vi normal que hubiera llamado a un par de electrones para compensar la carga protónica.
Preparamos la comida y comimos, y la verdad es que me divertí sinceramente, eso debo decirlo. Todo hubiera quedado en una tregua de mi enconada guerra con las diversas compañeras si no llega a ser por que a uno de los maromos invitados le debí hacer tilín y me envió una rosa electrónica cuando días después fue mi cumpleaños. Que felicísima coincidencia.
Aquí ya es donde empiezo a inquietarme porque es evidente que ha obtenido por terceros mi mail y que esta recurriendo a técnicas indirectas de acercamiento con aviesas intenciones. Y entendedme, de los dos tordos al que desperté interés era el menos rarito y el más guapete, porque el otro era el típico gafitas que se lleva a las fiestas el táper con los macarrones de la mami porque sabe que no le va a gustar nada más de lo que haya en la mesa. Y es que el ganado está muy pero que muy mal. Pero yo en esa época no tenía el corazón vacío porque estaba pletórica de entusiasmo en mi primera época de posteo en Cal Rafa. Así que le agradecí la rosa dándole largas.
Lamentablemente el chico me escribió otro mail sugiriéndome una tarde cinéfila con un toque sobradillo que me indignó hasta lo más hondo porque parecía que me estaba concediendo audiencia, y eso una auténtica mujer no lo puede tolerar. A mí es que las invitaciones poco románticas y medio anónimas de “venga nena, si sales conmigo a lo mejor hasta te dejo conocerme” no me convencen y le mandé a cagar con mis mejores palabras. Y claro, tuve que avisar a la Pareja Maligna de que su amiguito me estaba tirando los trastos.
Muy poca sorpresa les causó porque ellas ya debían estar al caso, de hecho hasta la Bienfollada me acompañó en un trayecto que de ningún modo hubiera recorrido conmigo si no la empujara el deseo de venderme miserablemente al chorbo, comentando sus gustos y hasta su historial amoroso, avisándome incluso de un escarceo sexual de una noche que tuvo, disculpándoselo mucho, claro.
Pero no les funcionó la treta, no, porque menuda soy yo. A mamarla a Parla fue mandado y así se quedó la cosa. Y no hubo insistencia por parte de nadie en que se consolidara la unión, claro está. Ése es el interés que muestra la gente.
Sólo más tarde, bastante más tarde, mi lenta calculadora mental ató cabos y me quedó claro que la invitación a comer jamás se hubiera producido de no haber sido soltera, que yo nunca las caí bien, que no lo hicieron por compañerismo ni amistad si no que me vieron como una de las vaginas recubiertas de carne que trabajaban junto a ellas y que ellas se encargaron de exponer en una feria para ver si podían colocar a los deshechos de su grupo de amigos. Así no quedarían en mal lugar en sus frecuentes reuniones de parejas felicísimas que se comentan las últimas adquisiciones en el Ikea. Lo cual no deja de ser muy machista porque ni se tomaron la molestia en averiguar si yo era lesbiana, demostrando una mentalidad falócrata escondida, de mujeres colocadas con espantapájaros que tienen el Casa Diez en la mesilla de noche y ni se les pasa por la cabeza que puede haber mujeres con gustos diferentes a los suyos, incluyendo en los sexuales. ¡Yo tenía derecho a haber sido lesbiana, pero es que siempre les importó media higa mis gustos!
Así que mi autoestima tuvo que encajar que jamás les fui simpática, nunca quisieron reconciliarse conmigo y que además las debí decepcionar al hacerme la estrecha. Porque mis calabazas las debieron atribuir a la timidez y no al amor propio, claro. Nunca más volvieron a invitarme a ningún sitio ni me dijeron de participar en ninguna de sus fiestas. Con el tiempo, cada vez veo más abyectos su planes y lo mal que se portaron en eso conmigos. Eso sí, debieron repetir al poco su estratagema con más éxito, teniendo en cuenta que la siguiente chica que entró a trabajar llegó virgen al departamento y a los pocos meses la habían colocado con Míster Táper, que lo único que hizo fue cambiar de madre. Apañaron el encuentro y azuzaron a la pobre ilusa cuando en sus dudas de solterona pueblerina de principios de siglo no tenía claro cómo comportarse en una relación amorosa que tarde o temprano iba a acabar en conocimiento bíblico. ¡Una joya para ese par de marimandonas marujas, que se relamían al mover los brazos y pensamientos de la pobre títere, a la que alistaron en sus filas prontamente!. Y mientras tanto los demás teniendo que aguantar sus marujeos y tejemanejes parejiles en voz alta. ¿Acaso no es para salir corriendo?