16 de septiembre de 2006

Flowers Wanted, Dead or Alive

Los talibanes de las flores rechazan regalar flores cortadas y que les regalen flores cortadas, por considerarlas una atroz forma de violencia contra las plantas, y más comúnmente, porque suponen que separar el tallo de la planta madre equivale a matar la flor, que la flor cortada está muerta y que además es, naturalmente, efímera, y como todo lo efímero, indeseable o de categoría inferior a lo duradero (es de suponer que cuando follan no ponen tantos remilgos al aceptar la pesada inconveniencia de que los orgasmos son efímeros). Que para tener lastimosos cadaveritos pudriéndose en casa que prefieren otra cosa.

Sorprendentemente no sólo me he encontrado chicas fifis con esas aprensiones refinadas si no también chicarrones con los huevos negros que, puestos a renegar de las costumbres mediocres y neoburguesas de este perro mundo, se suman a la fácil crítica contra la floristería industrial. Qué atrevida es la ignorancia.

Si no quieren comprar flores que no lo hagan pero que al menos no incurran en razones incomprensibles, como por ejemplo creer que una flor cortada está muerta, cuando en realidad, si está bien cortada con suficiente margen de tallo y en un buen momento del día, conservan en perfecto estado los tejidos que permiten la absorción de agua y nutrientes, y las células siguen realizando sus funciones. Sin duda lo hacen con mayor esfuerzo que desde la raíz, pero lo hacen. Tampoco son indispensables las hojas porque incluso una flor sola en el tallo obtiene oxígeno disuelto en el agua. También siguen necesitando luz solar para realizar la fotosíntesis. Cualquier persona que se tome la molestia de informarse sobre la mejor manera de mantener flores cortadas sabe que, precisamente porque tienen vida y hay que mantenerlas así, se debe renovar el agua casi a diario, mantener sano el borde cortado del tallo y realizar nuevos cortes e incisiones en el lugar adecuado para que el colapso progresivo de los vasos no impida el paso de los nutrientes. También hay que evitar infecciones y mantener el tallo limpio de partes marchitas para que no lleguen a las partes sanas de la flor las señales moleculares que inducen a la marchitación.

Con pocos cuidados cualquier papanatas anti-flores puede conseguir que una flor siga viviendo fácilmente una semana más, que ya es más del tiempo que habrá tardado en cagar un filete de corderito que se haya metido con escasa lástima entre pecho y espalda. ¿Piensan los que vacían su cuenta corriente para pagarse unos tragos de Château Petrus del 85 que la miserable dictadura fisiológica les hará mearlo y que por tanto, el paso de tal precioso brebaje por las tripillas es efímero?

¿Es una semana o un par de semanas poco tiempo para justificar el mantenimiento de un ser vivo, por hermoso que sea? A mí el hámster Turilli, que en paz descanse, me vivió sólo un poco más que eso, y decoraba menos, no es por nada. ¿Pensarán esas lumbreras que una flor unida a la planta, dura en perfectísimo estado de turgencia y grandiosidad eternamente, que se mantiene inalterable por gracia divina hasta el advenimiento del Apocalipsis?

La flor es un órgano reproductor de ciertas plantas, y no deja de ser una estructura derivada evolutivamente de ramas y hojas. Tras la fertilización algunas de sus partes se convierten en fruto, como por ejemplo ese magnífico tomate, o esa estupenda berenjena que todo el cochino mundo tiene aburriéndose en un frío y deshumanizado frigorífico, sin escandalizarse de que algún impresentable haya mutilado una linda planta viva para arrancarle atrozmente sus excrecencias y en las cuales la planta tenía confiadas sus ansias de perpetuación .

La planta produce flores cuando ya ha superado cierto estado de crecimiento en volumen y hojas, que son de las cuales se mantiene realmente. La flor es un órgano de mantenimiento de la especie, no de la planta individual. De hecho algunos jardineros defienden mantener a las plantas al borde del maltrato, y no demasiado malcriada en perennes condiciones óptimas, porque la planta destina más esfuerzos en perpetuarse y florecer cuando se siente próxima a la muerte. Pero desde luego las flores no son eternas sobre una planta, son efímeras por naturaleza, hayan cumplido o no su función. Ni siquiera las plantas que se venden cortadas comercialmente, que proceden de la floristería industrial, de plantas seleccionadas genéticamente para producir flores de nuevas variedades, más hermosas, de tallo más largo y firme, y mucho más fuertes y duraderas que sus compañeras salvajes. Precisamente porque duran, se cortan. Si no se cortaran, igualmente morirían.

¿Mejor morir en planta que en un jarrón? ¿Hemos de suponerles a las flores y a sus plantas preferencias éticas como las de las abuelas que prefieren morir en su cama del pueblo que en el hospital?

Menos gilipolleces sobre las flores muertas, que bien que os coméis ovarios fecundados de plantas y no decís ni pío.

PD: A Turilli lo enterré en el jardín muy cerca de los bulbos de tulipán. Y el colmo de los colmos es que recomiendan cortar las flores de tulipán antes de que se pudran en la planta, para que el bulbo conserve su calidad en siembras posteriores o no sé qué puñetas. Para qué veais a dónde puede llegar la neurosis injustificada contra las flores cortadas.

PPD: A mí no me importa que me regalen flores.

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