9 de octubre de 2006

Predicando en el desierto

Por si había alguna sospecha (después de verme escoger carrera) de que me gustan las cosas complicadas, las misiones imposibles, las sendas peligrosas, y en general, desperdiciar tiempo y esfuerzo, vuelvo a demostrar mi archiconocido desprecio ante la evidencia y he enviado una carta a la Leti para ver si al menos la pobre demuestra que tiene estudios y que no le dieron el título de periodista en una tómbola, se informa mejor y puede sacar a su segundo hijo por el coño como Dios manda (ella, que tanto tiene que aparentar).

Por si queréis hacerle llegar cualquier otra cosa, la dirección de su secretaría es:

SECRETARÍA DE S.A.R PRINCESA DE ASTURIAS
Palacio de la Zarzuela
28071 MADRID

Vosotros escribís ahí, recibe la carta un menda, y después (se supone), te envían una nota de agradecimiento. Eso es lo que yo supongo, por eso he hecho el experimento: para ver si contestan, cuánto tardan y como me mandar a cagar educadamente.
Reproduzco el texto de la carta, for the records.
(IMPORTANTE: no hay que tomarse lo que dice literalmente porque he metido un par de morcillitas casi imperceptibles, así como bastante más jabón de lo que la piba merece).

S.A.R Princesa de Asturias Dº Leticia Ortiz:

Ante todo quiero expresar mi felicitación por su nuevo embarazo y mis deseos de que progrese felizmente.

Como persona con profundos conocimientos en materia de obstetricia, y hablando en nombre del colectivo de mujeres que luchan porque prevalezcan sus derechos a que se les respete un parto lo más natural posible, me atrevo a sospechar que es más que probable que en el caso de sus eñora los ginecólogos insistan en la necesidad de practicar una nueva cesárea, sugiriendo que es peligroso o difícil intentar un parto vaginal tras una cesárea previa. Sin embargo, debo insistir, por si no es ya del conocimiento de S.A.R, que no existen evidencias científicas de que se requiera cesárea después de una cesárea anterior. De hecho, presenta más riesgos para la madre y el bebé una nueva cesárea que un parto vaginal post—cesárea (PVPC). La Organización Mundial de la Salud (OMS), respaldada por numerosa bibliografía médica, aconseja fervorosamente que se intente siempre el parto vaginal después de las cesáreas.
Dichas recomendaciones son sistemáticamente ignoradas en los paritorios españoles y hacen que este país esté en la cola de Europa en materia obstétrica. Y no por falta de inversiones ni medios. Que una unidad de atención obstétrica disponga de las más nuevas tecnologías no significa que el parto, que es un proceso fisiológico que depende en gran medida del estado emocional y psicológico de la madre, se desarrolle de la forma más favorable. Es importante comparar los porcentajes de cesáreas y partos instrumentalizados de cada hospital y doctor, pues sin duda los que tengan un menor porcentaje de los mismos son los que ofrecen garantías de tener los conocimientos suficientes para atender partos de forma respetuosa. Por lo general, los hospitales públicos presentan mejores datos que las clínicas privadas. Los mejores profesionales son, sin duda, aquellos que respetan el proceso fisiológico del parto y defienden el parto natural.

Muchas de las intervenciones médicas a las que se somete a la mujer durante el parto no tienen más razón de ser que la comodidad y la conveniencia médica. Son perjudiciales tanto para el correcto progreso del parto como para la mujer y el bebé. En concreto, la OMS alerta de la necesidad de evitar por todos los medios la posición tumbada durante el parto, la administración de suero con oxitocina sintética salvo en circunstancias médicas muy concretas y que no se aplique la anestesia epidural demasiado pronto. Dichas recomendaciones sanitarias se incumplen rutinariamente en los paritorios españoles, y recae en la mujer y sus acompañantes la responsabilidad de estar informados y protegerse del intervencionismo médico y los malos consejos que no tienen base científica, como que las mujeres de hoy tienen las caderas estrechas, que los niños son más grandes y otras supersticiones similares.

Toda mujer que quiera responsabilizarse del nacimiento de sus hijos, por tanto, ha de negociar con su médico las condiciones más favorables para el parto para evitar prácticas abusivas. El hecho de no ser primeriza no exime a la mujer de disfrutar el derecho fundamental de recibir una atención prenatal apropiada y respetuosa con sus sentimientos y emociones. En este sentido, existe cada vez un mayor número de colectivos de mujeres y comadronas que abogan por la racionalización de la atención médica en materia de partos, las cuales se sentirían tremendamente apoyadas y orgullosas de que su causa fuera respaldada por una figura pública de la categoría de S.A.R.

Con el deseo de que no la hayan ofendido estas recomendaciones, que nacen del respeto y la preocupación ante la situación de toda mujer que ha de dar a luz a una nueva vida, se despide atentamente,

UNA OPTIMISTA

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