21 de octubre de 2006

Yo también trabajo de enfermera

Juan Pablo II que en paz descanse, ya en su época en la que se le entendía poco, apoyó la vieja reivindicación de las amas de casa de cobrar por su trabajo doméstico, al cual dedican entre 6 y 9 horas diarias. Esto se estudió en su día y se concluyó que las amas de casa (entendiendo por ama de casa cualquier persona que se dedique en exclusiva a las tareas del hogar) realizan tareas de empleada de la limpieza, niñera, enfermera, cocinera, maestra, chófer, juez, costurera, peluquera, lavandera, jardinera, auxiliar de geriatría, secretaria, auxiliar administrativa, pintora y técnico reparador de electrodomésticos. Según la cotización del mercado laboral actual, dichas labores deberían ser recompensadas con una cantidad entre 900 y 1.200 euros netos al mes, en función del número de hijos. Pero de momento se tienen que conformar con ver que su trabajo generoso y altruista a duras penas tienen una recompensa sentimental, y mucho menos económica.
Veo bien lo del sueldo. Todo país tiene derecho a desperdiciar miserablemente el dinero empleado en formación secundaria y universitaria, gastado con la esperanza de promover la emprendeduría y competitividad de sus habitantes y convertir a los cuidadanos en máquinas de I+D que hagan crecer la riqueza del país. Pero si en vez de destinar esfuerzo y dinero en las políticas de conciliación de la política laboral y familiar y en racionalizar las condiciones laborales, desean incentivar la dedicación exclusiva al hogar, fale. Aunque ya para eso mejor sería aplicar directamente el modelo nórdico, en la cual los ciudadanos reciben una paga prácticamente por existir, sin necesidad de reclamar la realización de ningún trabajo.

Ahora bien, en justicia, las personas trabajadoras “clásicas”, de las de contrato de toda la vida y amenaza de despido cuando baja la productividad, también deberían recibir dicho sueldo, puesto que toda persona que disponga de una casa propia y no pague a un asistente, ha de realizar tareas del hogar, gestionar las cuestiones logísticas de la casa y ocuparse de su higiene personal y de los menores de su familia. Eso sí, como por lógica dedica menos horas a esas labores, debieran cobrar de forma proporcional a las horas trabajadas, esto es, unos 300-600 euros brutos al mes. A los cuales habría que añadir los pluses por noctunidad y trabajo en días festivos, dado que la jornada laboral “clásica” obliga a realizar la segunda jornada laboral en horarios intempestivos.
Además, hay que tener en cuenta que la doble jornada añade una carga extraordinaria de estrés, ansiedad, agobio y culpa en los trabajadores “clásicos”, que requieren el doble de esfuerzo, tesón y dotes organizativas en realizar medianamente bien las dos tareas, sobre todo si hay hijos. Dicho cansancio y ansiedad hace mella en la salud, es un creciente problema sanitario y perjudica gravemente su calidad de vida, siendo responsable subsidiario el estado al no garantizar una buena política de concilicación de ambos ámbitos. Por lo tanto, a la persona que trabaja fuera de casa y además es ama de casa debería cobrar una indemnización compensatoria mensual por las graves secuelas físicas y psíquicas que sufre al intentar compaginar ambas cosas.
A este sueldo jugosito que nos va quedando deberían añadírsele otras compensaciones económicas por otros trabajos que se realizan cotidianamente y que no se remuneran. Si un ama de casa, por ponerle una tirita a su hijo cuando se cae y ponerle el termómetro cuando tiene sarampión, realiza un trabajo de enfermera titulada, darle la pastilla desparasitaria al perro, peinarlo, pasearlo y darle arroz hervido cuando el pobre anda sueltecito equivale a realizar de veterinario. Ademas, DEBE EXIGIRSE una compensación económica cuando un amigo te cuenta un problema y le tienes que aconsejar, puesto que estás realizando funciones de psicólogo y psicoterapeuta. Porque anda que no hay payos cobrando 50 o 80 euros la hora, o más, por dar peores consejos que los que doy yo. Cuando pongo gasolina al coche con mis propias manos y mido la presión de las ruedas, exijo parte del sueldo de gasolinero y mecánico.
Los que cardan gratis además deben recibir compensación por su trabajo sexual. Además cuando un guiri me pregunta por la calle una dirección quiero una compensación por realizar funciones de traductora e intérprete y guía turístico. Porque si se considera que ser ama de casa y madre es más que labor altruista y ha de ser remunerada, qué cojones tengo que ser altruista yo con los putos guiris. Y a partir de ahora introduciré una nueva línea en mi currículum. Como me preparo el táper cada día, se me debe considerar “experta restauradora”, y que se me pague por ello, que yo también tengo derecho a que se me recompense emocional y económicamente por mis trabajos.

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